«V E I N T I N U E V E» /Niccolò

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Amor

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Amor

...

No sé cómo explicarlo, debí ser más cuidadoso, ha sido una mala idea colocar  esa foto allí. ¿Por qué no me deshice de eso? Ahora mi mente es un caos, un desastre, no sé qué decirle. Estoy apenado, maledizione.

Clara...

—Vale, no haré un drama por esto, es solo una instantánea, ha de ser algo... —suspira y me da el teléfono.

—La doctora Milman me pidió una foto de Silver, la saqué cuando lo sostenías y la conservé —confieso, ella sonríe.

—No has hecho nada malo, además, yo también lo hice, o sea, sacarle una foto a Silver, sí, al gato —dice, parece nerviosa.

Solo entonces recuerdo que ella me tomó una foto, pero me hice el dormido, sé que la luz venía del flash de su móvil que olvidó quitar. Tengo curiosidad de lo que hará con una foto mía. Creo que estamos a mano.

—Está bien, puedes quedartela —le entrego la instantánea, se rehúsa a aceptarla.

—No, es tuya.

—¿Segura, no la quieres?

—No —se vuelve a sentar y resopla.

Bene.

—Has dicho que te la pidió una doctora, ¿Quién es Milman?

—Ya vuelvo —evado su pregunta, ahora no quiero emitir respuestas torno al asunto.

Me marcho para servir la comida, el apetito ha llegado voraz luego de pasarme mucho tiempo en el agua. Supongo que ella también quiere mangiare. Desde lejos la veo, ese bañador  le queda muy bien, es perfecta, no le encuentro los defectos, porque incluso sus arrebatos, ese lado curioso y su peculiaridad son puntos buenos. He mirado también esa cicatriz que tiene en su muslo derecho, quizá sea por el accidente que mencionó esa vez.

Ahora revisa su teléfono, se mete en el aparato, no ve a los lados. No sabe que la observo.

Podría pasarme lo que queda de tarde a observarla, y no me cansaría. Ese juego que hace con su pelo fuego, me ata a la escena, dejo de verla. Me voy a volver loco.

En poco tiempo ya estoy mirándola de nuevo. Está haciendo una llamada, parece estupefacta. ¿Con quién habla?

—¡¿Qué?! No puedes estar hablando en serio —se levanta con brusquedad y ve a mi dirección, finjo no escuchar nada —. ¡Espero no me estés tomando del pelo! Después de todo no has sido tan precavida como dijiste, en fin, creo que debes calmarte y contar la verdad.

A los minutos cuelga y se queda paralizada. Es malo lo que pasa, no tengo idea de qué va toda esa preocupación.

Me acerco a ella con un plato de comida, pero dudo que quiera comer ahora.

El Chico Delle Fragilità © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora