» U N O « /Clara

796 47 6
                                    

Amigos

—Clara Briscoe—

...

—No, no y no mamá. —me quejo por milésima vez, dado que sigue con la ferviente idea de que comparta un lugar con un chico.

«¡¿Qué clase de madre pide eso?!»

Pero no, ella hasta lo exige.

Ahora que está en la cúspide de su carrera, que un excelente empleo en Roma la espera... no pudiendo negarse a ocupar un cargo importante en la compañía farmacéutica europea, se olvida de mí, dándome una solución poco convencional, nada habitual viniendo de madre a hija.

Aunque ella nunca ha sido la madre corriente, la que todos idealizan; más bien, una progenitora dura, antes de... y ahora sigue siendo una roca.

—Clara Jasmine no creo que puedas pagar un apartamento, ni el sitio más barato con ese empleo que tienes. —da su razón, sonando despectiva, yo entorno los ojos, tengo errática la respiración y mi cara arde por la molestia.

—Es que no tienes derecho mamá. No iré a vivir con un desconocido. —me cruzo de brazos, renuente y desafiando a esa mujer con la mirada inyectada de enojo —. ¿Qué tal si es un depravado sexual, un loco o que se yo...? Mejor me voy con papá.

Me iguala, acercándose con los brazos en su pecho, de cerca oigo su sonoro respirar como un búfalo. Un mechón de su abundante cabello rojizo, como el mío, brinca en su cara revoloteando en el acto.

—Sabes muy bien que tu padre no va acogerte en su apartamento, ese hombre es un borracho, un bueno para nada que apenas tiene para comer, así que lo tomas o lo tomas, no hay opción. —me taladra, la exaltación habita en sus irises celestes.

Duele que hable de él así, tan mordaz y con desprecio... Es cierto que ha hecho muchas cosas malas, no obstante le doy la vuelta y mirando la contraparte no hay errores, ni vicios apartándome de él; lo sigo queriendo, me atrevo a decir que es mejor persona que mi madre a la que nunca le he importado en absoluto.

—Ni siquiera se lo has platicado, madre. Y sí la hay, deja que me quede aquí entonces.

—No señorita, no te vas a quedar sola, eres revoltosa, torpe, irresponsable, ni sueñes con quedarte en casa el tiempo que dure afuera. Además ya viene siendo hora de que busques tu lugar. ¡Dios! Ya tienes veinte años, encuentra algo mejor que estar de dependienta en esa asquerosa boutique, lo más que podrías tener con un miserable sueldo como ese es... ¡Nada! de hecho no puedes ni comer con lo que obtienes de ese empleo.

—Sí gano —refuto, no es una exorbitante  suma de dinero, pero me ha servido para comprarme mis cosas, porque de su parte ni un solo centavo —.
¿Y por qué querría la compañía de un desconocido? Mamá, ¿a qué va todo esto, eh? Te vas sin retorno admítelo, y por alguna razón te empeñas en que debo irme a ese apartamento. No comprendo.

—No te interesa, es mi decisión, y tú ya eres mayor de edad, ¿o para esto sí estás pequeña? —resopla con las manos a la altura de la cadera, retrocede haciendo sonar el taconeo de esos stilettos rojos —. Sé una buena chica, agradece que te encontré esta solución y no estarás de ambulante por ahí, el chico accedió, solo unos meses hasta que halles tu propio lugar al menos de alquiler.

El Chico Delle Fragilità © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora