No creyó que vivir bajo el mismo techo que un taciturno y peculiar joven le cambiaría la vida. Niccolò Rossi, su nuevo compañero de piso solía ser retraído, lejano y hermético.
Y, ella estaba ahí, atraída por el muchacho que suponía, encerraba en s...
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Atrapada
...
No sé nada de Ruby, me parece raro que no me llame ni escriba siquiera un texto. Ahora que no debo hacer nada y estoy en mi habitación, le marco, me envía al buzón. Dejo un breve mensaje de voz. Me desinflo sobre la cama. Este sábado tiene buena pinta, quizá salga por ahí. Quedaría con Ruby si me atendiera el móvil. Esperaré alguna señal de su parte.
Me acaricio el abdomen, tengo hambre. Ojalá y Niccolò me haya preparado algo, pero si no, desayuno cereal. Nada, todo está desolado, lo busco y no lo encuentro. Finalmente acabo en la cocina, mi atención se dirige a ese frasco sobre la isla, miro a todos lados antes de dar otro paso y coger el recipiente. Lo sacudo y sí, en efecto, está lleno. Leo la etiqueta, ahí dice fluoxetina.
Quisiera saber para que es la medicación. No creo que me diga sobre esto, es cosa suya, y Niccolò es muy cerrado. Ojalá no fuera tan hermético, sería más fácil conocerle. Incluso así, debo confesar que sé más de él de lo que pude haber imaginado antes.
—Clara —doy un respingo, su potente voz y llegada repentina me atrapan.
Aún sostengo el frasco entre mis manos y pongo mi mejor sonrisa, como si así pasara inadvertida mi osadía. Por supuesto, no tarda en direccionar la mirada a eso. Trago duro. Le preguntaré.
—Lo vi aquí, me dio curiosidad y lo tomé, ¿qué es exactamente? —cuestiono, dejándolo donde lo encontré.
—Un medicamento que debo tomar, no es importante —finge que no es relevante, pero sé que lo es.
—Sé que es tu asunto, pero no tienes por qué mentirme. ¿Fluoxetina? —suspiro.
—Es un antidepresivo, además de combatir la ansiedad, es todo.
—Vale, lo entiendo. Disculpa por preguntar, no sabía que además de la hipocondría tú... —me corto, recuerdo de pronto cuando busqué sobre la condición de una persona hipocondriaca, a menudo, rara vez pasa que no, desencadena en esos dos problemas depresión y ansiedad —. ¿Estás bien?
—¿Por qué todos hacen la misma pregunta? —suelta resoplando —. Es decir, ¿por qué no dejar de inquirir lo que ya se sabe? Al menos yo te diré que estoy bien, y puede que no esté siendo sincero contigo, en todo caso no cambiaría nada.
—¿De qué hablas? Yo me preocupo por ti, Nicco. Si me dices que no estás bien, te ayudaría, incluso cuando aseguras estar bien yo me quedo en alerta, sé que nunca dices la verdad cuando quiero saber sobre tu estado de salud, incluyendo el emocional.
—No me llames mentiroso solo por no querer expresarte algo que me concierne a mí.
Aprieto los párpados. No puedo creer que la charla se esté convirtiendo en una discusión. Trato de mantenerme en mi lugar, de respirar hondo, antes de que la bomba que llevo dentro explote.