Reciprocidad
...
Hace rato que sigo pensando en lo sucedido, sobre la cama, abstraída en el techo, como si fuera lo más motivante y entretenido. Mientras tanto se van tejiendo embrollos en mi mente, ¿he sido muy directa? Sinceramente me siento incómoda al seguir viviendo bajo el mismo techo que él después de todo el incidente. Podría entrar en una disputa, sí, ha sido una discusión lo que pasó.
Mantener la paz no es una opción. Menos en mi condición, debo ajustarme a este giro, a mi estancia aquí; abstenerme es lo que haré de volverse a repetir algo así.
¿Por qué me carcome la culpa? Yo solo le dije la verdad, sí, fui franca pero no había otra manera de expresarlo. Bufo, me siento en la cama y juego con un mechón de mi rojizo, más lo pienso y más me arrepiento. Tapo mi cara, frustrada.
Tal vez deba hacer las paces, no quiero convertirme en su enemiga. Me alzo a regañadientes, a veces el tirón del orgullo me arrastra a no dar el paso, lo aviento lejos y me pongo en marcha. A nada estoy de tocar su puerta con mis nudillos.
—Niccolò, sé que estás ahí, quiero disculparme contigo, reflexioné y sé que no estuvo bien. Nadie debe inmiscuirse en los asuntos ajenos, aunque yo solo he tenido la intención de ayudar, respeto tu decisión y espero que puedas aceptar mi disculpa —suelto todo de un tirón, antes de que me retracte y regrese a la habitación.
Cuando menos lo espero, sale, creí que no lo haría.
—Va bene. Tal vez he sido un poco violento, no soy así, lo siento.
Me obligo a sonreír y tiendo mi mano.
—¿Borrón y cuenta nueva? —inquiero.
Al segundo capta y cede asintiendo.
¿Es normal sentir como se electrifica todo el cuerpo con un simple apretón? Algo desconocido me bate, continúa en acreciento al mirarlo a los ojos, entonces libero mi mano de la suya, a pesar de que ser una rehén de su tacto no sea calificado un problema. No, sí lo es, y debería evitar ese arresto.
—¿Algo más?
—No, es todo, supongo que se cancela la salida...
—Me daré una ducha y... —aparta la mirada, vuelve a verme, parece turbado —. Espérame, sí quiero salir esta noche, además ese era plan, ¿no?
Me saca una sonrisa, coincido con él, es el plan, lo ocurrido queda en el pasado y la vida sigue.
—Vale, aguardo por ti —recalco antes de dejarlo e irme hacia el living con una colisión en el pecho, inexplicable.
Estoy impaciente, miro la hora y sé que no dicté un tiempo para salir, pero hay una dosis de ansias por disfrutar este día de la ciudad, que sea a su lado, incrementa las ganas. Lo sé, una emoción que me hace sentir extraña. Al rato, olvido el tiempo al encontrarme con Silver, siempre me aorilla a un momento plácido.
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El Chico Delle Fragilità ©
RomantikNo creyó que vivir bajo el mismo techo que un taciturno y peculiar joven le cambiaría la vida. Niccolò Rossi, su nuevo compañero de piso solía ser retraído, lejano y hermético. Y, ella estaba ahí, atraída por el muchacho que suponía, encerraba en s...