No creyó que vivir bajo el mismo techo que un taciturno y peculiar joven le cambiaría la vida. Niccolò Rossi, su nuevo compañero de piso solía ser retraído, lejano y hermético.
Y, ella estaba ahí, atraída por el muchacho que suponía, encerraba en s...
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Ottobrate
...
Días después...
—Eso que señalas y que muchos comen es Trapizzino.
—¿Trapizzino? —cuestiono sin saber de qué habla.
—Es una fusión entre pizza y sandwich. Pero es comida callejera, no comeremos eso.
—¡Claro que sí! —exclamo animada —. No seas tan exquisito, esto merece la pena, quiero probarlo.
—No, Clara. Quiero que vayamos a comer en un restaurante.
Bufo.
—Me apetece Trapi... —se me ha olvidado el nombre, él sonríe —. Eso, se ve delicioso. Muero de hambre, anímate.
—Si me pones esa carita y esos ojos tan hermosos de cachorrito, entonces me vas a convencer.
Hago un puchero.
—¿Ya te he convencido?
—Sí, Clara —suspira y pone los ojos en blanco —. Me has convencido.
Mi chico le habla al señor, ni puedo dejar de verlo, ¿cómo es que resulte tan atractivo hablando en italiano? Su voz gruesa y profunda, el acento perfecto, fluido y musical, es una canción para mis oídos. Se acerca a mí con la comida. Veo que ha escogido diferentes.
—Toma, sé que te gustará el trapizzino de pollo alla cacciatora, yo me decidí por este de berenjenas a la parmesana.
Asiento y ya le doy una mordida. Gimo, esto es delicioso. El sabor me fascina, es esponjoso y crujiente, una combinación auténtica. Me la devoro con las manos, en un santiamén. Quiero otra.
—Muero por otro, pero con diferente relleno, por favor.
—Bene, vamos.
—¿No querrás otro, Nic? —curioseo.
—Estoy satisfecho.
Ni la oleada de turistas o el calor sofocante que sacude la ciudad, me hace querer regresar al departamento. Estoy a gusto con esta experiencia, y es más bonita viviéndola con Nic a mi lado. Nuestra próxima parada es la escalinata de la Plaza España, Niccolò me convida un delicioso helado, o gelato.
—¿Quieres el mío? No me apetece.
—¿Seguro?
—Sí, toma.
—¡Grazie Mille! ¿lo he dicho bien?
Acaricia mi mejilla y besa mis labios.
—Perfettamente bene.
La caminata a lo largo del río Tíber, luego de hacer varias paradas en cada presentación musical en la calle, me tiene prendada a este ambiente. Lo atmósfera de Roma, la ciudad eterna, es indescriptible, y no me olvidaré de esto que vivo y siento.