''Las estrellas...'' ✔

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Los chicos se habían quedado cada noche leyendo con Belle, teniendo un nuevo hobbie frente a sus ojos. Cada que terminaban, se quedaban hablando un rato, como si estuviesen de regreso a su mundo. Ella iba mejorando por el pasar de los días, con la misma técnica que Garrett y Giséle le tenían para ella. Estaban muy orgullosos cada vez que la oían leer.

Fue una noche de esas que tuvieron su primer conversación familiar, si se pudiese decir así. Belle cerró el libro de cuentos de Charles Perrault, y dejó que los jóvenes se recostasen sobre ella.

--Niños... --Esperaron su pregunta. --¿Quién les enseñó a leer? Digo... de donde viene toda su pasión y amor por ello... –Decidió corregirse a sí misma. Fue ahí donde Garrett sonrió tan dulce, tan nostálgico.

--Papá, él nos enseñó a leer. –Contó. –Trabajaba en la biblioteca como asistente, y siempre nos traía un libro para leer cada día.

--Se parecía mucho a Garrett –Siguió Giséle, jugando con su cabello. –Era un caballero muy amable y divertido, siempre le gustaba jugar con nosotros y enseñarnos cosas. –Sonaba como una princesa hablando de su príncipe, solo que hablaba más allá de eso. Su héroe, su papá.

El joven tomó el libro de cuentos de Perrault en sus manos. Tantos recuerdos llegaron a su mente. --Él amaba leernos y contarnos historias-- jugó con sus manos un poco. --Mi costumbre de hacer voces se la debo a él.

--También nos enseñó a ser buenos niños. –Rió Giséle, recordándolo. –Nos hacía cosquillas, y aceptaba siempre jugar con nosotros. Éramos muy inquietos, pero nos aceptó como sea. –Entonces la pelirroja bajó la mirada. Seguía sonriendo, pero sin aquella chispa con la que empezó. Garrett le dio un beso en la mejilla, tan reconfortante como pudo ser, y siguió por ella.

Siguieron contando cosas maravillosas de aquel hombre que Belle deseó haber conocido. Sin embargo, había algo que le incomodaba de alguna forma. Algo que le provocaba curiosidad, aunque no debía ser así el caso.

Hablaban de él como si estuviese muerto. Cada sonrisa, gesto, e incluso su tono de voz, detonaba que aquel hombre había muerto.

Suspiró.

--Aquel hombre... --Se detuvo a pensar. --¿Se llevaba bien con su madre?

Como si se preguntasen qué podía estar diciendo eso la bestia, se quedaron callados. Ese acto, maleducado por decir lo menos, fue perdonado en breve por Belle, quién llegó a la conclusión de que ella misma había metido al pata dónde no debía. Afortunadamente, quizás, Garrett respondió a su pregunta con una respuesta, valga la redundancia, potencialmente impactante, molesto, refunfuñando, pero mejor tarde que nunca.

–Se odiaban... ella lo odiaba.

--Siempre le gritaba cosas feas... --Murmuró Giséle, como si relatara las hazañas despiadadas de un monstruo de leyenda. –A veces, lo dejaba con... golpes, en la cara...

Les Rosseau et la Bête (RETELLING) (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora