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Garrett y Giséle Rosseau querían algo mágico, no necesariamente un hechizo o una criatura de cuento, solo querían tener su propia historia feliz, como en aquellas historias que tanto amaban. Isabelle fue una hermosa dama, maldecida por su c...
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Y así dos días más, se quedaron con ella en su cuarto. Sí, tal y como era, la ama demostró no ser tan mala como parecía. Por ejemplo, al despertar, siempre les preguntaba si estaban bien, y aquello era algo que, sobre todo Garrett, apreciaban.
Más, para Belle, ellos tampoco se quedaban atrás. El día después de sanar sus heridas, el segundo día, Garrett encontró una pequeña, más vieja, cajita musical en el tocador de Belle. La cajita tenía a una bailarina, como una de las que bailaban para el rey Louise hace casi 3 siglos, según decían los aldeanos cerca de donde él limpiaba las chimeneas. Y al ver el rostro, en modo, nostálgico de Belle, él giró la... ¿Cómo era? Ah, sí, la manija.
Belle sonrió al escucharla. No protestó si le ordenó al joven que no tocase el objeto, solo... disfrutó de esas melodías que, aunque se oyesen desgastadas por los años, aún ponían una sonrisa en su rostro.
--Lo sé... son hermosas... --Murmuró Garrett, adivinando los pensamientos de la bestia.
Giséle, por su parte, le contó historias antes de los tres dormirse. La joven lo recalcó muy bien, --No son historias mías, yo solo me acuerdo.
El primer día, por dar un ejemplo, le contó sobre una sirvienta que iba al baile del príncipe desafiando a su familia abusiva, madrastra y hermanastras. El segundo, por también decir algo, fue sobre una princesa que casi fue asesinada por una bruja con tres intentos: Un corsé, un peine, y una manzana envenenada. Belle se preguntaba y quizás aún se pregunta cómo es que un peine puede matar a alguien.
--Supongo que son unos ratones de biblioteca. --Decía Belle cuando acabó la historia. Ambos hermanos rieron entre dientes.
Belle rodó los ojos, incomoda. ¿Cómo iba a tener un libro favorito? Si... no leía hace años. No le convenía que las preguntas que esos mocosos le hacían fuesen las más difíciles de responder.
--No... no tengo tiempo. --Mintió, nerviosa. --Solo asumo que siempre terminan así, ¿Verdad? Una boda, el villano muriendo...
No había leído en mucho tiempo, los jóvenes lo sabían, sobre todo Giséle.
--¿Ah sí, Belle? --Preguntó la chica en tono sarcástico, remarcando en tono alto el nombre de la bestia. Belle en ese momento se arrepintió un poco de haberles dicho su nombre (o hacerles adivinar) porque sabía que lo gastarían demasiado en su sermón de por qué los cuentos de hadas son más que finales felices. --Garrett... ¿Cómo se llamaba ese cuento que papi nos leyó ua vez sobre un gato que tenía 3 ahijados llamados ''Inicio'' ''Mitad'' y ''Final''? --Preguntó con voz cantarina la jovencita.
