¡Una mujer en el castillo! ✔

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Paulette no pensó en los lobos, que merodeaban por el bosque, en busca de carne fresca... como ella, pero al oírlos, supo que estaban cerca, y sus instintos actuaron. No puedo juzgar a los que pierden el sentido al oír el peligro, sintiendo temor de que llegue su final. No podría culpara  Paulette por su reacción, por más que quisiese.

Perdiéndose entre las ramas, sin pensar correctamente, corrió de los aullidos, sintiéndolos más y más cerca de ella. Entre la lluvia, los sonidos de las bestias que parecían casi susurros, y los zapatos que perdió sin saberlo, todas las veces que tropezó, los lobos que divisó, mientras ella escapaba, a lo lejos, lo encontró por primera vez.

Un puente, lleno de nieve, que llevaba a un bosque, casi igual al que estaba perdida, pero cubierto de nieve, como un día de Diciembre. Pero, era imposible, se decía, pues apenas era primavera, estando en la mitad de Mayo, ¿Cómo podía ser posible que la nieve siguiese cayendo?

Había dejado muchas cosas atrás. Zapatos, los libros, su capa, pero los lobos no estabane ntre esas cosas. Al saber que los lobos le pisaban los talones no pensó en nada más que huir sobre el puente nevado, buscando refugio, y alguien que logrará llevarla a casa una vez que estuviese fuera de peligro.

 Al saber que los lobos le pisaban los talones no pensó en nada más que huir sobre el puente nevado, buscando refugio, y alguien que logrará llevarla a casa una vez que estuviese fuera de peligro

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Ojos abiertos de par en par. Se sintió como despertar, al encontrarse en un un bosque singular, con el hielo colgando de los árboles que hacía tocar una hermosa melodía cada vez que un, ¿Ave? Se posaba en ellos, o agitaba sus alas volando cerca de los mismos.

Sus pies descalzos se acostumbraron rápidamente a la gran nieve que había ahí. Pero lo único malo, es que no podía encontrar alma a la vista. Ninguna persona estaba ahí, nadie recolectando hielo, nadie más perdido entre la nieve, o que la llamase hogar, que pudiese ayudarla a ir a casa.

Quizás fue el destino, o una casualidad, pero lo importante es que lo vio, no muy lejos. Un patio, inmenso, lleno de nieve, y a la vez, flores que en la aldea y más alrededor, solo crecerían en primavera, y sus escaleras tan frías como aquel puente por el cual llegó a ese lugar, y sus ramas llenas de nieve, como los bancos, y los árboles, pinos, como si fuese Navidad por toda la vida.

Les Rosseau et la Bête (RETELLING) (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora