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Garrett y Giséle Rosseau querían algo mágico, no necesariamente un hechizo o una criatura de cuento, solo querían tener su propia historia feliz, como en aquellas historias que tanto amaban. Isabelle fue una hermosa dama, maldecida por su c...
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Bernand no podía creer lo que veía, incluso más sorprendido que los jóvenes. Garrett se escondió detrás de su hermana... no era ese hombre el primero que quería ver cuando llegase. Es más, no quería volver a verlo en su vida.
--¿Qué hacen aquí? --Preguntó, sin cuestionar la aún visible marca en la mejilla de Giséle.
--Queremos visitar a mamá... está en el bar, ¿No?
Sí, estaba en el bar, y ellos no podía estar allí. No a esas alturas de la noche. --Vengan. --Les ordenó. --Deben estar en un lugar cómodo el resto de la noche. Su madre estará en casa en la mañana.
--¿Tan mal está? --Preguntó Garrett, levantando su tono de voz, algo que con Bernand nunca había hecho.
--La vi, y a menos que quieran ser convencidos de tomar en plena madrugada no deberían ir. Además, necesitan calor.
Confundidos aún, lo siguieron hasta llegar a la biblioteca del señor Girardon, cuya biblioteca también era su hogar y el de su sirvienta.
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"Toc toc"
Barbara preparaba el té para su jefe, cuando oyó que alguien tocaba la puerta. Vio de reojo por la puerta que eran 3 personas que no lograba identificar.
--¿Quién es?
--Bernand. Tengo a los dos mocosos a mi lado.
Esto ofuscó a Barbara. --¿Cuáles dos mocosos?
--Nosotros. --Espera... esa voz era de Giséle.
--¿Los Rosseau?
--¿De quién más estaría hablando?
Abrió la puerta con deleite. Lo primero que hizo fue abrazar a Giséle, no había sabido nada de ella en meses.
--¡Sr. Girardon, venga a ver esto! --Exclamó. El viejo salió de su cuarto, asueñado, pero sus ojos se abrieron de par en par al ver a la niña.
