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Garrett y Giséle Rosseau querían algo mágico, no necesariamente un hechizo o una criatura de cuento, solo querían tener su propia historia feliz, como en aquellas historias que tanto amaban. Isabelle fue una hermosa dama, maldecida por su c...
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Abres los ojos de par en par. Está en el bosque donde los Rosseau casi fueron devorados, pero es lo que el bosque solía ser. Lleno de flores, gotas de rocío, hojas verdes, agua abundante y animalitos. Jadeas rápido. No sabes por qué estás ahí, ¡Lo último que hecho fue dejar a los Rosseau en la cama!
Te tocas la frente pero sientes algo extraño. Sientes piel humana. Miras tu mano. La mano de una humana.
--¿Hola? --Preguntas alrededor. Tienes una voz melosa, cantarina, melódica, dulce, y tierna, y no esa voz grave, arisca, gélida, gutural, ronca... Buscas el lago más cercano, y te miras...
Eres humana otra vez.
Pero...
¿Por qué?
--¿Tomarías esta rosa?-- Oyó una voz de una anciana. Sintió como su corazón y cabeza le dolían, como su piel se lleno de escalofríos, como si no estuviese en sí. Se volteó. Había visto a esa anciana, de aspecto... desfavorable, hace mucho.
--¿Yo? --Preguntó.
--Sí... ¿Aceptas? --La anciana le mostró la rosa marchita. En otro momento, la rechazó, y pagó. Pero ahora, viviéndolo otra vez, ahí estaba ella, tomando amablemente la rosa, y mirándola.
Todos sus sofoques se fueron lejos. La rosa podía estar marchita, pero de repente, sin cambio alguno, era la flor más hermosa del mundo. Y la sonrisa de la anciana era la más feliz del mundo, y eso hacía que Belle estuviese feliz, por más que no entendiese lo que estaba pasando, ni por qué estaba en ese lugar, viviendo todo otra vez.
Oyes pasos tras de ti.
--Así que aprendiste la lección. --Belle oyó la voz burlona de Agathé. No lo podía creer... ¡No la veía desde hace años! ¡10 años! La anciana a la que le había aceptado la rosa empezó a reír, con su voz tornándose más joven. Cuando se volteó a ver, ahí estaba otra bella joven.
Se acomodó su cabello rubio, carraspeando otra vez. --Tú... Tú me hiciste... esto --Se apuntó a sí. Recordó que ya no era una bestia en el momento. --¿Estoy soñando?
--¡Exacto! --Exclamó Agathé.
--Hace mucho no te veía, Belle. Estoy bien, un par de maldiciones, bendiciones... --Y entonces la miró. Belle bufó. No le daba gracia ver a Agathé.
--¿Qué haces aquí? --Le enfrentó. La hechicera rió.
--Este patio es mío, tú eres la invitada. --Le explicó, presentando el lugar. --Vamos Belle, deja los rencores del pasado en el pasado.
La mencionada respiró hondo. No quería golpear a Agathé, no quería tomar ese riesgo, no quería repetir un error del pasado... lo pudo haber hecho hace un par de años, pero no ahora.
