Lo que ves, ¿es lo que parece? Tus ojos alcanzan a ver todo lo que quieren o, ¿solo lo que pueden?
En una gran ciudad han empezado unos homicidios fuera de lo normal. ¿Cómo así? Pues las víctimas TODAS son hombres entre los 20 y los 24 años de edad...
Hay un punto en el mundo, donde no sabes como estás, ni a donde te diriges, sueles correr de un lado para otro sin poder encontrar tu verdadero camino. Esta chica muchas veces se sintió de ese modo, no sabía donde ir, ni qué hacer luego de la muerte de su madre. A pesar de que, todo el odio y el asco por ella, la cegó, aún era su madre y le dolía haberla perdido. Todo había sido culpa de ese mal hombre que se había metido en la relación de sus padres; aunque más estúpida su madre que había dejado que eso pasase. Recogió sus piernas, llevando sus rodillas a su pecho, las lágrimas cegaban su visión y el aire frío se impregnaba en su cuerpo como agujas.
Estaba sola y adolorida.
Sus manos aún llenas de sangre le causaron arcadas, no quería vomitar, pero el olor le pareció tan asqueroso que no pudo soportarlo más, así que volcó todo lo que su estómago tenía. Nada más que agua y aire.
«¿Por qué tenías que hacerlo mamá? ¿Por qué tenías que engañar a mi padre?»
Sus sollozos fueron alzándose cada vez más y el sonido del silencio se rompió. Se encontraba en el bosque, tan sola, tan triste. Allá, en el pueblo, todos estaban alborotados, el policía mejor portado de Bill, había sido apuñalado por motivos desconocidos, en las horas de la tarde; mientras que la casa de la familia Franz se había quemado tanto, que la señora Franz y su hija habían sido consumidas por las llamas.
Mientras lloraba, la imagen de su padre vino a su cabeza. Cuando la abrazaba y consolaba porque su madre era tan estricta y no la dejaba tener amigos. La verdad, siempre iba a extrañar mucho a su papá. Tanto, que había hecho pagar, a todos lo que le causaron cualquier daño.
Se levantó de la tierra y dio el último vistazo al pueblo, no volvería a ese lugar, al menos que fuera necesario; ella se encargaría de encontrar su lugar en el mundo, y de hacer lo que la haga sentir bien y, viva.
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John
Después de la cita con el médico, mi madre salió con un semblante mucho más triste, tenía su mente en otros lados, menos en el presente y lo entiendo. Las noticias no fueron buenas.
─¿Quieres que me quede contigo mamá?
Tardó unos cuantos segundos en contestar mi pregunta.
─No mijo, ve tranquilo. Sé que el caso ese está muy complicado. No te preocupes por mí, quiero descansar.
Verla de ese modo, rompe mi corazón en pedazos. Tomo su mano y ella vuelve a mirar por la ventana del taxi. El tumor está muy avanzado y no puede ser operado, según el médico, ella debió checarse mucho tiempo atrás, desde que inició con esos dolores de cabezas repentinos.
La ayudé a bajar del taxi y pagué al chofer. Al entrar a la casa, dejé que mi mamá fuera directo a su habitación; aún podría ir a la oficina y ver que tal van las cosas.
Me recliné en el asiento, mientras escuchaba, todo lo que había pasado en el día mientras no estuve. La agente Hillary no había dado aún con el paradero de la mujer a investigar, el detective Ned, no había hecho mucho tampoco. La autopsia del chico encontrado estos últimos días, no arrojaba nada nuevo.
Esta mañana mientras revisaba todo los documentos del caso, y del caso en el pueblo de Bill, pude notar algunas incongruencias; aunque ha decir verdad, me da miedo decirlo y sonar muy tonto. Soy un simple oficial, no un detective y no sé cómo reaccionaría Ned.
—John, por favor, puedes revisar la autopsia de Marcos. Este chico tiene marca de labial, pero allí no encontramos nada.
—Sí —Me levanto de inmediato, y voy a buscar el documento, allí mismo agarro el documento de Bill y lo sostengo dudoso en mi mano—. Señor —Cuando hablo, Ned, levanta su mirada hacia mí.
—Dime John.
No quiero sonar tonto. Ni mucho menos ridículo, sé que ese caso ya está cerrado, y sé que lo que pienso puede ser una tontería. Pero, la mirada inquisitiva de Ned, me hace hablar.
—Con respecto al caso de Bill. El de la casa quemada. ¿Cómo se comprueba, que la hija de esta señora murió, si en el acta, el cuerpo, ni su ADN fue encontrado?
Extrañaba conversar así con él, después de lo de Marcos, me sentía incapaz de verlo a los ojos. Pero ahora —aunque no ha pasado mucho—, puedo verlo sin temor.
—Bueno, según el informe, lo dieron por hecho. Ya que la niña, no fue encontrada por ningún lado.
—Sí, pero según el reporte —Me acerco más al escritorio y se lo muestro a Ned—, dice muy claro que el ADN del cuerpo calcinado, pertenecía a Alice Franz; pero no se dice lo mismo, del cuerpo de la hija.
Ned toma los papeles en sus manos y ojea todo el archivo de nuevo. Me quedo viendo tranquilamente, mientras él se toma su tiempo.
—Sé que es un pueblo y todo eso —Alego—, pero considero que debieron asegurarse de que el cuerpo de la chica estuviese allí.
—Tienes razón. Nunca hacen mención de su cadáver; simplemente suponen que también fue calcinada. Si esto es así y esa chica está viva, cambia mucho lo sucedido; la pregunta es: ¿Por qué aún no ha aparecido y se sigue haciendo la muerta?
Ned va directo al tablero, y comienza a anotar todo. Coloca "hija" seguida de una flecha del nombre de Alice Franz y añade un signo de interrogación.
Se da la vuelta para quedar frente a mí y en ese mismo momento la puerta se abre, Aileen entra con una sonrisa en los labios, luego deja de sonreír mientras nos observa a ambos.
—¿Sucede algo? —Pregunta con un semblante un poco confuso—. ¿No me digan, que hay otro cuerpo?
Yo niego inmediatamente con mi cabeza, y se nota como ella relaja su cuerpo. Ned, va de vuelta a su silla, le señala que tome asiento, yo, decido quedarme de pie.
—John ha notado algo muy importante.
Que lo haya dicho así, me emocionó en muchas maneras. Siempre he admirado a mi padre, incluso después de muerto, para mí sigue siendo alguien muy importante. Pero, la admiración que siento por el detective, también es muy grande. Es como si él fuese el hermano mayor que nunca tuve. Que me haya dado los créditos, aunque tontos, es muy importante para mí.
—¿Sí? —Aileen me mira y sonríe— ¿Qué cosa?
—Dile John.
—Ah, es que —Dudo un poco en hablar, tener la mirada de ambos sobre mí, me hace sentir muy nervioso—... Bueno, creemos que la hija de Alice Franz, está viva.
Ella me queda mirando, esperando tal vez, que añada algo más a la oración; cuando nota que no lo haré lleva su vista a Ned, quien levanta una ceja en cuanto sus miradas se encuentran. Del mismo modo, Aileen lleva su vista al tablero y lee lo que Ned ha colocado; nos unimos, Ned y yo a observar el tablero, quizás, con la misma pregunta en mente.
