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John

Con todo el alboroto de mi madre y la policía, casi no he tenido tiempo para nada. Pero en estos días he conocido mucho a Roxane, es una chica muy linda, con pensamientos muy maduros. Hablamos por mensajes de textos cuando tenemos el tiempo, su trabajo también es algo tedioso. Esta mañana antes de salir de casa se ofreció a llevar a mi madre a tomar un paseo al parque, dijo que a ella le haría bien pasar con alguien y cuando le comenté la idea a mamá aceptó gustosa.

—Me agrada mucho esa chica.

Fueron las palabras de mi madre, de camino a la estación de policía le di vueltas a esa frase, a mí también me agradaba, bueno, la persona que me habla por mensajes me agrada.

—Buenos días John —Aileen me recibí en toda la puerta, su sonrisa le ilumina el rostro, tiene su cabello suelto, y la brisa se lo mueve levemente, sus ojos se ven preciosos con la luz del sol.

—Bonito día ¿verdad? —pregunto apartando la vista de su rostro, no quiero que note que la miré más de la cuenta —El sol que hace hoy es maravilloso.

—Sí —sonríe, lleva su carpeta pegada al pecho, la carpeta que siempre lleva en sus manos —. Hace días que no teníamos sol en la ciudad. Entremos, hoy el detective no se ve muy bien.

Eso si me sorprendió. La verdad es que tengo un buen tiempo que no hablo con Ned como debería.

—¿Pasó algo? —ella se encoge de hombros y baja la cabeza pensando sin decirme algo o no, lo descarta y decide entrar.

—Podemos preguntarle, si quieres.

—Sí, por supuesto.

Ambos emprendemos el camino dentro de la estación, siempre llena y repleta de personas, ladrones, asesinos y denunciantes. Los teléfonos suenan a todo momento, la verdad es que el loving no es algo muy calmado que digamos.

Al llegar a la oficina veo al detective con las manos en la cien, su café entero en la mesa, Aileen entra detrás de mí, no decimos nada hasta estar más cerca de la mesa.

—Buenos días señor, me presento —levanta poco a poco su cabeza, sus ojos están rojos y tiene las ojeras mucho más marcadas, pequeñas arrugas redondean sus ojos.

—¿Se siente bien detective? —ella le pregunta, la veo como lleva su vista a los papales esparcidos en la mesa y los veo también—, le puedo traer una pastilla si desea...

—Buenos días muchachos —dice él desplegando una pequeña sonrisa. En los papeles veo la hoja de vida de la agente del FBI, Hillary Duff — No es nada, agotamiento, ya se me pasará.

Nos sumergimos en un silencio algo incómodo, donde no sabíamos muy bien qué hacer, Aileen sacó de su carpeta unas hojas, la vi comenzar a anotar algo pero desde mi ángulo no podía visualizar qué; por mi parte decidí avanzar en el tema que me dieron. Al transcurrir como media hora vimos entrar a Hillary, su cabello estaba como normalmente suele usarlo, amarrado en una coleta alta, lleva puestas unas gafas de sol y tiene un poco de labial. Nos saluda a todos como siempre, con su semblante serio y frío, trae varios papeles en carpetas y los deja en la mesa.

—Por favor chicos —Hillary se dirige a Aileen y a mí — ¿Pueden dejarnos solos un momento? Es algo personal.

Yo no espero que me indiquen nada más, dejo los papeles a un lado, y salgo de la oficina. Aileen se queda mirando por unos segundos a Ned, pero el nisiquiera levanta su cabeza. Salimos y cierro la puerta detrás de Aileen, la noto algo pensativa, tiene el ceño fruncido, la mirada algo perdida, me acerco a ella, sus ojos se posan en mí y sonríe, una sonrisa mecánica, de esas que se dan por cortesía.

—¿Quieres ir a desayunar? —me pregunta entusiasmada de repente, asiento porque no hay más nada que hacer— Vayamos al café que está cerca.

Ambos salimos bajo la claridad del inmenso sol que hace hoy en la ciudad. El cielo se pinta de un azul tan claro que provoca nadar en él, pocas nubes blancas como la leche se miran en el horizonte y caminar cerca de Aileen es algo realmente fascinante, es una chica linda, con capacidades increíbles.

Sería mi tipo de mujer, mil veces.

Sería mi tipo de mujer, mil veces

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Hillary Duff

Hoy en la mañana antes de llegar a la oficina de Ned hablé con mis superiores, expliqué algunos motivos personales para dejar el caso, pero no profundicé mucho, mi superior no lo podía creer. Dijo que me pusiera en contacto con el detective de la investigación, con el director a cargo; pienso al salir de aquí ir y hablar con el director Carl.

Ned no me mira a los ojos, tiene su cabeza gacha, mirando hojas en su mesa que realmente sé que no está viendo. Siento un poco de molestia, porque no quiero sentir que me tenga algo de lástima, me conozco, sé lo capaz que puedo ser. He tomado una decisión y es que emprenderé mi propia investigación por fuera, si esa asesina me quiere inculpar a mí, voy a descubrír quién es, voy a limpiar mi nombre, voy a resolver el caso de mi padre.

—Ya le informé a mi equipo que me retiro de la investigación, vendrá otro grupo, ocuparán mi lugar.

Sus ojos dan con los mios. Fríos, distantes. Se levanta de la silla, camina a la pizzarra donde está todo anotado y se detiene frente al signo de interrogación que cita: asesina. Siento un frío recorrerme la piel, viéndolo de mi lado policial, sé que ahora mismo todas las pruebas apuntan a mí. Realmente tendría motivos para matar a Alice Franz y a su hija, aunque eso no se relacione para nada con la asesina que buscamos, por algo nos llevó hasta allá.

—Antes de irte, necesito que me digas todo lo que sabes. Y, creo que está demás decirte que tú y tu madre no pueden salir del país.

Sabía que esto pasaría. Asiento, me levanto de la silla y me coloco a su lado, sus ojeras marcadas hacen que sea vea mucho más mayor de lo que es, creo que no durmió en toda la noche.

—Haré todo para ayudar en la investigación. Traje algunas notas personales que tenía. Considero que el descanso que tiene la asesina —con respecto a que no ha matado más chicos— se debe a agotamiento físico y mental de su parte —entorna sus ojos, está analizándome, buscando en mí alguna mentira.

Saco mi celular, busco los mensajes de texto que he recibido y se los muestro. Lo veo fruncir sus cejas de nuevo en cuanto lee el mensaje.

—¿Eso qué es? —pregunta.

—Esos dos mensajes los he recibido de números privados. El primero hace unas semanas atrás y el segundo ayer en la noche. Estoy segura que se trata de ella.

—¿Por qué crees que te enviaría a ti? ¿Qué pasa, qué es lo que no me dices?

Sus cuestionamientos me sorprenden, realmente no sé que es lo que quiere ella de mí, no sé por qué querría verme como la asesina. Para mí, si alguien aquí que pueda ser la asesina sería Aileen; esa chica tiene algo que no me gusta, su mirada es tan...

—¿Cómo sé que no te has enviado los mensajes tú misma?

—¿Qué? —la pregunta sale de mi boca antes de que pueda frenarla—, ¿consideras que yo haría esto?

—No tenemos pruebas que te involucren realmente, pero no descansaré hasta encontrarlas. Te queda prohibido salir del país. No diré nada a Carl, espero tu misma puedes hacerlo.

Y se fue.

No sé cuantos segundos me quedé parada allí, o tal vez fueron minutos, no obstante decidí que descubriría toda la verdad.

Aunque me vaya la vida en ello.

Realidad difusa (Completa) #Wattys2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora