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Hillary Duff

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Hillary Duff

Sí, una vez le pedí el número a esa mujer, mi hija tenía un problema de salud que no le permitía ir a clases presenciales, así que opté por pedirle el número telefónico a ella para que mi hija viera clases con esa profesora.

Me dice la señora Olga, una mujer rellenita de piel blanca y cabello corto hasta las orejas. Estamos sentadas en su porche, me ha ofrecido té y galletas de avena que están muy ricas por cierto. Le comenté que soy parte del FBI, que amerito información confidencial, sin problemas me ha respondido todo.

—¿Esa profesora vino a darle clases a su hija alguna vez? —ella bebe de su té mientras asiente a mi pregunta.

—Como tres meses, muy buena profesora ha decir verdad.

—¿Cree usted que pueda facilitarme el número telefónico de ella? Como puede ver es la única mujer que sabe o se acuerda del nombre de esa niña...

—Bueno, lo apunté en mi agenda personal, allí debe estar.

Se levanta con pesadez sin dejarme terminar de referir mi idea. Coloca su taza de té en la mesa, con pasos pesados entra a su casa, supongo fue a buscar su agenda.

—Esta es mi agenda —anuncia al salir luego de varios minutos allá adentro—, Por favor, lee tú, mi vista ya falla bastante.

Tomo la libreta con forro en verde algo desgastado por los años, pero intacto; se nota que le cuida bastante.

—¿Cuál es el nombre? —le pregunto ya que noté que todo está ordenado alfabéticamente.

—Roose Oliver... —se detiene un poco—, Olivarreta algo así, pero solo apunté el nombre y el adjetivo de profesora.

—Entiendo. 

Comienzo a ojear en busca de el nombre que me dio. He de sorprenderme de cuantos números de teléfonos tiene por la R, la verdad que son muchos.

—Esa joven era algo extraña ¿sabe?

—¿Quién? —pregunto alzando la vista de la agenda y posándola en sus ojos cansados.

—Alice... casi no se veía en el pueblo, a su hija menos. Pero era una pequeña muy hermosa. Blanca como su madre, con una cabellera larga —encuentro el número y lo apunto en mi hoja de papel, noto que también hay una dirección, así que la apunto de igual manera—. Pocas veces se vio por aquí. Le pregunté porqué su hija no asistía a la escuela de aquí ¿y sabe que me dijo? —niego, más la insto a que siga hablando— que sin ofenderme —ríe—, pero no le parecía que una escuela de pueblo enseñase mejor que una de ciudad. En eso estaba muy equivocada, los profesores aquí son estupendos y super profesionales.

Asiento, quise decir que lo sabía, más preferí tener mis pensamientos allí, en mi mente.

»De verdad que era una mujer orgullosa. En cambio su esposo no, ese hombre era una maravilla. Triste la manera en que murió. Allí pude ver a su hija de nuevo, estaba mucho más grande, de verdad que era una muchacha muy bonita. Y ese cabello, definitivamente hubiese querido tenerlo yo a su edad —vuelve a reír, por más que yo echo cabeza no la recuerdo para nada, si alguna vez llegué a verla, mi mente no la recuerda—. Después se supo todo el tema de la relación de ella con el oficial Leider. Un escándalo horrible, un matrimonio tan feliz de él y su esposa, arruinarlo de ese modo...

Realidad difusa (Completa) #Wattys2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora