Asesina
Hoy sentía muchas ganas de llorar, no quería levantarse de la cama, su cuerpo se sentía pesado. Tenía un plan, iría por un pez gordo y tenía que ser bastante detallista si quería que su juego demorara un poco más, pero había un problema, se estaba impacientando, esa sensación de querer dormir para siempre estaba volviendo a su mente. Las inmensas ganas de llorar le ardía en la garganta y odiaba esa parte de ella. Ya había llorado mucho, ya había sufrido demasiado y no quería volver a sentirse de ese modo.
Las sábanas de seda blancas cubrían su cuerpo desnudo, la noche anterior en un ataque de pánico se golpeó sus piernas sin remordimiento ni dolor, dejando a su vez moratones verdes y morados en sus muslos, todo por evitar sucumbir ante el dolor que siempre le atormentaba. Ella sabía que tenía un problema, que no era alguien normal con respecto a otras personas y aún así trataba de encajar en la sociedad. Rodó su cuerpo boca abajo dejando caer su mano por el borde del colchón y tocar el piso frío. Esa sensación logró calmarla, antes de siquiera procesarlo se dejó caer en el piso. Su piel de inmediato se erizó, ya que el frío del piso era bastante fuerte.
No sabe cuanto tiempo estuvo allí tirada, solo sabía que su cuerpo se sentía tan pesado que el solo abrir los ojos le hacía sentir dolor. Extrañaba sentir el caliente de la sangre. Llegar a casa salpicada de ella, con esa sensación de estar viva. Ahora solo era un cuerpo vivo, con un alma ausente. Como en aquél tiempo, después de la muerte de su padre.
Se refugió en sus pensamientos y recuerdos
Tenía siete años, su padre corría detrás de ella en un intento por atraparla, las carcajadas se escuchaban por toda la casa y el olor a pan tostado llenaba el ambiente gratamente. Su papá había tenido el día libre, había estado con ella en todo el día e incluso habían tomado una siesta juntos.
—¡Voy a atraparte conejito! —gritaba su papá con voz gruesa detrás de ella.
—¡No papá, no! —chillaba ella entre jadeos y risas—, Yo soy veloz.
—PERO no más que yo.
En un intento por correr más a prisa, no se percató de que su madre venía en camino y tropezó con ella, el sonido de algo de metal llenó el espacio y los platos de vidrios se rompieron al impactar contra el piso, esparciendo los panes y los huevos con tocinetas que estaban en otra taza. La pequeña paralizada por el abrupto ruido fijó la vista en su madre, quien con una expresión de asombro, que luego se fue tornando a molestia la miraba exhortante.
—He dicho que es la hora de la comida.
La voz de la madre es demandante, como siempre cuando se trata de regañarle a la pequeña, o al menos, así lo percibía la Infante.
—Tranquila cariño. Ya recojo todo, solo fue un accidente —su padre toma a la pequeña de los hombros alejandola con sumo cuidado de los vidrios rotos—Vamos, siéntate a la mesa.
De camino a la mesa escucha los tacones de su madre en el piso, gira su rostro para mirarla y solo ve su espalda entrar a la cocina de nuevo. Su papá va tras ella y la pequeña siente remordimiento por lo que ha pasado.
—Es que siempre es lo mismo —escucha la voz de su madre—, siempre hay un juego, siempre hay un desorden cuando estás en casa. Estoy agotada, también necesito ayuda.
—Sabes que no me la paso aquí, el trabajo me queda muy lejos y casi si puedo ver a la bebé.
—Por lo menos, cuando sea la hora de comer mantenla quieta. ¿Qué pasa si le hago daño con esos platos?
—Ella no sabía que venías, lo hizo sin querer.
Escuchar a su padre defenderla le daba seguridad. Tenía las manos tomando su vestido de pijamas tan fuerte que sintió como le ardían. Su mamá no era divertida y buena como su papá, su mamá siempre estaba molesta. Nunca jugaba con ella, ni le contaba chistes, ni cuentos antes de dormir.

ESTÁS LEYENDO
Realidad difusa (Completa) #Wattys2022
Misterio / SuspensoLo que ves, ¿es lo que parece? Tus ojos alcanzan a ver todo lo que quieren o, ¿solo lo que pueden? En una gran ciudad han empezado unos homicidios fuera de lo normal. ¿Cómo así? Pues las víctimas TODAS son hombres entre los 20 y los 24 años de edad...