| Capítulo 3 |

36.1K 2.1K 1.1K
                                    


03| Dévora

Me desperté con un horrible dolor de cabeza.

Lo primero que pensé al abrir los ojos, había sido en agarrar una almohada, voltearla y hundir mi rostro en la parte fría de esta. Me quitaría la sábana si era posible, y permitiría que el frío bañara cada parte de mi cuerpo. En especial mis pies.

Pero lo primero que hice al abrir los ojos fue gritar al ver que tenía tres personas delante de mí. Mi espalda chocó contra la cabecera de la cama. Mi pecho subía y bajaba constantemente.

El hombre que estaba en el medio, que tenía una bata y unos lentes, tocó el colchón.

—Tranquila—dijo con suavidad, mirándome fijamente a los ojos—. No te vamos a hacer daño.

—¿Quiénes son ustedes?—pregunté mientras mis ojos se deslizaban en cada uno de los rostros de las personas. Solamente ese hombre tenía la bata, indicando que era un médico, los demás no.

Los dos hombres que estaban sin bata se miraron. Justo cuando uno de ellos iba a contestar, la puerta de la habitación en donde estaba hospedada se abrió. El director encargado de la editorial entró. Paró cuando me vio.

—Dévora—se acercó hacia mí—. Me reconforta saber que estás bien.

—¿Qué pasó?—lo miré un poco dubitativa.

Aún no podía recordar mucho lo que había pasado. Solo recordaba los cinco días que había estado en Francia. La cita con mis lectoras. La firma de libros. Mi asistencia a la feria. Mi paseo por la Torre Eiffel...

Mi llegada al hotel con Mort. La matanza que sucedió.

El hombre con máscara que los mató.

—Dulces sueños, Dévora—había dicho después de tocarme la mejillas.

Y entonces, todo se había vuelto negro.

—Tuviste un desmayo—me explicó el director y encargado de la editorial. No podía recordar su nombre con exactitud—. Después de la cena con la Editorial y con tus lectores, te desmayaste.

Parpadeé, estrechando los ojos.

—Después de eso, yo fui a pasear por París.

Los tres hombres, ahora cuatro con el director, se vieron entre sí como si lo que yo hubiera dicho fuera descabellado. Seguí cada uno de sus movimientos con discreción, obligando a mi cuerpo dejar de estar tan tenso.

El director tomó la palabra.

—No saliste en ningún momento a pasear, Dévora.

Fruncí el ceño. Dejé de apoyarme contra la cabecera de la cama y me senté, mirándolos a cada uno con suspicacia.

—Sé lo que hice ayer—recalqué—. No estoy equivocada en decir que salí a pasear. Lo hice. Mort me acompañó—pronunciar su nombre me generó escalofríos, pero aún así continué—. No recuerdo haberme desmayado en ningún momento.

Aunque sí lo había hecho. Me desmayé cuando el asesino con máscara me tocó. Ya no recordaba nada desde entonces.

Pero recordaba lo que sucedió.

Recordaba quién me llevó al hotel y para qué.

—¿Quién es Mort? —pronunció el director, frunciendo el ceño.

Mis ojos miraron a cada uno de los cuatros. Si me estaban jugando a una broma pesada, no me estaba gustando.

—Mort es trabajadora de la editorial—expliqué—. Ella me acompañó durante el vuelo. La vieron ustedes.

Detrás de ti (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora