| Capítulo 39 - Parte I |

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39 | Víctor

Ocurrió en un segundo.

La sangre salpicó por todas las paredes, y las partes del cerebro desfigurado de Dévora se esparcieron como gusanos en el suelo. Rojas, sangrientamente húmedas.

La presión se me bajó, a tal punto de que sentí mi corazón latir, amenazar con romper con todas las capas de mi piel y salir de mi cuerpo.

Todo sucedió en cámara lenta.

El sonido del arma atravesó por mis oídos, y la bala impactó la frente de Dévora, tirando su cabeza hacia atrás. Mis ojos vieron en primera plana cómo perdía la consciencia y su cuerpo caía, sin energía, sin... vida.

No.

—¡Dévora!—grité, corriendo hacia ella para atraparla.

Y por primera vez en mi vida mi cuerpo se entumeció a tal punto de perder la coordinación de mi cuerpo y pensamientos, simplemente enfocándose en el cuerpo y la sangre que caía de Dévora.

Su sangre.

Sin pensarlo dos veces me lancé a atraparla antes de que cayera al suelo.La sangre bañaba y caía en tiras por todo su rostro.

Todo el exterior parecía esfumarse, desaparecer. Mi visión solo estaba enfocada en Dévora, cuyo rostro era invisible de ver por la sangre en él. Su mano caía inerte, como si se dejara llevar por la gravedad.

Por más que quisiera evitarlo, inconscientemente, mi mente, como una ráfaga en el cielo, retrocedió a más de veinte años, donde el cuerpo de mi madre caía delante de mí completamente inerte, con la tez tan blanca que simulaba a un cadáver. El cráneo reventado, su cerebro esparcido manchando el suelo con sangre. Manchando mi rostro de su sangre.

La carta incrustada en su piel con clavos.

Era un niño cuando con el cuerpo temblando y en profunda negación, saqué la carta. Y cuando lo hice, arranqué la piel de mi madre, porque la carta de mi madre estaba aferrada a sus bordes epidérmicos. El acertijo estaba escrito dentro de la sangrienta carta.

Soy tú pero a la vez no. Tenemos tanto en similar pero todo en contrariedad.

¿Quién sigue a la muerte?

Entonces, volví en sí, en la consciencia, en la realidad.

Recuerda tu plan. Tu siempre te anticipas, ante todo.

Enrollé con absoluta delicadeza el cuerpo de Dévora, poniendo mi mano en el pulso de su brazo.

Había pulso.

Acerqué mi rostro a su nariz para poder percibir su débil respiración.

Respiraba.

Suspiré, sintiéndome aliviado, sintiendo cómo una carga completa caía de mis espaldas, y mi respiración volvía a normalizar su secuencia para entrar a los pulmones.

—Mi amor—susurré mientras la aferraba más a mí con absoluta delicadeza, con miedo de poder mancilla su piel con mi brutalidad.

Por un momento había olvidado que había intercambiado todas las armas de Kovar por unas cuyas balas no eran más que carne y sangre de vaca. No confiaba en él, ni mucho menos creería en sus palabras. Presentía que era capaz de traicionarme si tenía la oportunidad.

No me equivoqué.

Sosteniendo a Dévora entre mis brazos, me paré con ella y miré a América, Ryat y Vincent, quiénes repararon su vista en mí.

Detrás de ti (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora