| Capítulo 9 |

26.7K 1.6K 817
                                    


09 | Dévora

Últimamente, darle un puñete a Víctor era una tentación.

De aquellas tentaciones de las cuáles no tenías ninguna otra opción, ya sea por la desesperación o porque simplemente te daba la gana de caer en ella. En mi caso, sucedía los dos.

Desde lo sucedido con Víctor, y que había dejado en claro que no se rebajaría a tratar bien a las personas porque mirarles como si quisiera matarlas o como si fueran inferiores a él era algo innato de él, me encontraba con la rabia al borde.

No solamente por Víctor, sino por el maldito desconocido que se había dignado por fin a enviarme un mensaje.

No era que había estado desesperada por su mensaje—en parte lo había estado—sino que había necesitado que me respondiera para hacerle preguntas de lo que estaba sucediendo.

Le había preguntado. Había sido clara y concisa.

Yo: Me están amenazando.

Había enviado la foto abajo. Estaba furiosa cuando respondí su mensaje, tanto por la respuesta de Víctor como por lo sucedido. Alcé mi cabeza varias veces cuando le respondí, sentía que hacerlo era un delito, y podía presentir de que alguien estaba observándome, vigilándome.

Sentía unos ojos penetrantes en mí, fijos como si fueran dos estacas de fuego. Mi cuerpo se entumeció, y tuve que correr hacia mi cuarto, encerrarme ahí y quedarme esperando como una maniática el mensaje del desconocido.

Pasaron cinco minutos cuando me respondió:

Desconocido: Acabo de encontrar su localización. Te traeré sus cenizas en una caja.

Su respuesta me tomó por sorpresa, pero también me llenó de rabia.

Yo: ¿Qué crees que soy?

Desconocido: Mi chica, mi futura esposa y madre de mis hijos.

Tuve que contener las ganas de tirar el teléfono y aplastarlo con mis pies como si fuera una niña.

Estaba fichada. Estaba fichada por un maldito asesino que se había obsesionado conmigo.

Yo: Yo no quiero que envíes sus malditas cenizas en una caja.

Estaba escribiendo cuando respondió mi mensaje.

Desconocido: Acabas de hacer una grieta a mi corazoncito.

Vacilé, una risa cruel rebotó de mi boca.

Yo: De mierda dirás. Un asesino no tiene corazón.

Me fue irónica la conversación que estaba teniendo con un asesino. Debería haber corrido hacia Víctor o hacia la comisaría para que localizaran su ubicación.

Pero no lo hice.

Porque sabía que hacerlo también me condenaría.

Mis ojos siguieron la nube de mensaje cuando el escribió.

Desconocido: Oh. Claro que tiene.

Mis uñas sonaron contra la pantalla de mi celular al escribir con velocidad.

Yo: No estoy para tus juegos. Necesito respuestas.

Y las necesitaba ahora.

Detrás de ti (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora