| Capítulo 16 |

20.9K 1.2K 94
                                    


16 |Víctor

Sin duda, haber espantado al fan idiota de Dévora me había generado muchísima satisfacción. Tanta que había salido con una sonrisa en la esquina de mis labios del baño.

El idiota que había ganado el sorteo para conocer a Dévora había estado cualquier menos que conocerla como escritora. No había despejado en ningún momento mis ojos en ellos. En Dévora y al idiota cuyo nombre era Nick.

Lo había atrapado el escote de Dévora. Lo había atrapado mirándola, sonriéndole, y queriendo tocarla.

Reconocía las intenciones de los hombres cuando giraba en torno de una mujer. Reconocía las miradas. Reconocía el significado de cada una de las palabras cuando se las requería para el sexo.

Yo solía aplicarlo cuando necesitaba coger a una mujer por necesidad y deseo.

Las identifiqué de inmediato con el idiota ese.

Si bien, nadie podía pasarla desapercibida a Dévora; los demás no giraban dos veces para simplemente observarla, sino para contemplarla, para cerciorarse de que la belleza andante y personificada era real.

Incluso yo mismo me había encontrado pensando que estaba en un sueño y no en una realidad.

Aunque lo mío nunca necesitaba retoques.

Porque todo lo mío era perfecto.

Y eso la incluía a ella.

Por ello, cuando vi a Dévora con ese vestido inocente y de color amarillo patito, tuve que tronar los huesos de mi cuello para liberar la tensión acumulada.

Dévora estaba condenadamente preciosa. Su cabello recogido en una media cola mientras que un lazo amarillo resaltaba en toda su cabellera castaña. La condenaba me cautivaba más incluso cuando no quería hacerlo.

Me obsesionaba más.

Me ponía más duro, y yo ya estaba cansado de masturbarme a tal punto de perder la cuenta de las veces que lo había hecho.

Tanto que incluso tenía que controlarme cuando algún idiota la miraba por más de diez segundos. Me carcomían los jodidos celos.

Nunca había tenido celos por una mujer.

Había tenido una amante antes de Dévora, sí. Pero me deshice de ella ni bien vi a Dévora. No obstante, jamás fui víctima de un arranque de celos. No me había importado si ellas llegaban a tener relaciones con otros después de mí, o si dejaban que otros la tocaran.

Pero con Dévora sí.

Nunca solía rebajarme para darle un golpea a un idiota, mis hombres lo hacían por mí. Ya sea dándoles un disparo la cabeza o cortándoles los dedos. Mi tiempo era preciado, no lo perdía en tonterías. Pero había ciertas excepciones que no se podían pasar.

Dévora había sido esa excepción.

Cuando miré al idiota de su fan dirigirse al baño, supe que era el momento adecuado. Fui sigiloso, asegurándome de que no hubiera nadie alrededor.

Había cerrado la puerta con normalidad, el idiota se estaba lavando las manos cuando saqué mi silenciador y le apunté la cabeza.

—Nick Jackson, tienes veinte segundos para dejar este restaurante y alejarte para siempre de Dévora Bronté—dio un respingo del susto. El rostro se le puso azul, su cuerpo tembló cuando vio el arma—. Si vuelvo a ver tu rostro cerca a ella, o encuentro tu maldita mirada en ella, te voy a disparar—el sudor empezó a caer por su frente—. Empezaré con tus manos; luego, con tus piernas para después disparar tus asquerosos ojos verdes y darle tu carne podrida a los gusanos.

Detrás de ti (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora