| Capítulo 14 |

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14 | Víctor

Me iba a volver jodidamente loco.

Y la respuesta se reducía a una mujer llamada Dévora Bronté que—cuyas razones desconocía—se la había pasado toda la semana evitándome y no dirigiéndome la palabra, ni siquiera la puta mirada.

Me la había pasado recapitulando todos los sucesos tras la confrontación que salió con Zack, y no podía encontrar ninguna pista o algún jodido indicio de su repentino e inusitado comportamiento.

Incluso le había lanzado palabras airadas a mis hombres a pesar de que cumplían con su respectivo trabajo y me enfocaba lo suficiente en continuar con mi venganza.

Y sí, mierda, todos los días despertaba con una jodidas erecciones y tenía que masturbarme a pesar de que Dévora no me dirigía la mirada. Cada vez que la encontraba o interactuaba con ella, siempre estaba con la mirada aguda, la espalda erguida y el comportamiento a la defensiva.

No decía nada más que tres palabras cuando nos encontrábamos:

—Buenos días.

—Buenas noches.

—Buenas tardes.

Esas eran las palabras que más había escuchado y, cuando presentía que sólo sería todo lo que me iba a dirigir, apretaba lo suficiente los dientes y alzaba mi mentón sintiendo cómo mi propia ropa se tensaba bajo mis músculos.

Si no estaba conmigo en completo silencio, estaba con el idiota de su hermano, o sino estaba con Clark—quién preguntaba cómo le había ido en su día y si se sentía mejor—o se iba a la Editorial que, según había investigado, había aceptado en sacar su nuevo libro.

Hace unos días, dió una conferencia debido a esa editorial. Ella salió, sin siquiera mirarme y entró al auto para luego volver a la casa y encerrarse. Si me había dirigido la palabra, solo había sido:

—Saca el carro.

—Guarda el carro.

—Gracias.

—Tengo una reunión de trabajo.

—Estoy ocupada.

Haz lo que te dé la gana.

Una jodida mierda.

La indiferencia la ponía yo, y no me importaba recibir indiferencia de los demás. Pero recibir la indiferencia de Dévora era algo que no. Me. Gustaba.

En lo absoluto.

No era un hombre de palabra. Nunca lo fui. Y no me interesaba recibir palabras por parte de los demás. Me exaltaba. Odiaba el ruido. Odiaba todo lo que tenga que ver con el ruido. Por eso, cada vez que mataba, lo primero que cortaba era la lengua de las personas para que eviten hacer ruido al momento de gritar si les cortaba los dedos o les enterraba un cuchillo.

Pero necesitaba escuchar una maldita palabra de Dévora.

Porque me estaba carcomiendo las ganas de matar a alguien cada vez que la veía hablar con otro que no sea yo.

Me abrumaban los celos cuando cualquier persona que no sea yo se tomaba el tiempo de hablar con ella, de hacerla entretener, de hacerla sonreir.

Quería ser yo el único dueño de sus sonrisas.

Quería ser yo el único tuviera su tiempo.

Queria ser yo siempre cuando se trataba de ella.

Sí, era jodidamente posesivo. Porque ella era mía.

Detrás de ti (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora