| Capítulo 6 |

28.9K 1.9K 1.1K
                                    

06 | Dévora

Escalofríos recorrieron mi cuerpo de inmediato cuando pronunció mi nombre.

No solamente porque me había hecho temblar, sino porque su voz era una caricia que rozó cada parte de mis músculos, huesos y nervios, como el ronroneo de un amante que podía acariciar el lóbulo de una oreja.

Instintivamente, di un paso atrás.

Ninguna persona me había generado tanto miedo y atracción como lo hacía el que sería mi nuevo guardaespaldas.

Me quedé mirándolo, contemplándolo mientras recorría cada parte de su rostro. Cuando terminé de hacerlo, me encontré nuevamente con los de él. Su mirada parecía desnudarme a pesar de que no tuviera ningún brillo lascivo en él, parecía acariciarme mediante sus ojos.

Durante un momento, nadie dijo nada o, si habían dicho algo, no había escuchado. No sabía si saludarle como era de esperarse o simplemente sonreírle, parecía ya saber sobre mí. Aunque trataba de decirme a mí misma que aquello era más que evidente porque sería mi guardaespaldas, había algo en la forma en la forma en la que él estaba parado, ahí, de pie, perfectamente quieto como una estatua amenazante. Todo asimilaba girar en torno a él, debido a él.

Incluso, a pesar de que era de día, su presencia parecía esparcir oscuridad. Me hizo dudar...y desear salir corriendo lo más lejos posible de él.

—Víctor—fue todo lo que pude decir. Me obligué a mi misma a terminar su apellido—. Leroux.

Él simplemente atinó a asentir, un movimiento frío y muy calculado. Clark parecía diminuto a su costado. Yo parecía diminuta al frente de él.

Un silencio incómodo pareció instalarse entre los tres. Miré a Clark. Él me miró a mí. Y Víctor solo procedió a estudiar toda la casa.

Como si fuera el dueño de esta casa, empezó a caminar lentamente por todo el lugar. Sus zapatos de cuero crujían contra el suelo mientras que su mentón se movía en diferentes direcciones.

No quería fijarme en él, pero era imposible no hacerlo.

—Necesitas cámaras de seguridad—volteó hacia mí, y yo me encogí un poquito aante el tono demandante de su voz. Era evidente el gran poder que se cargaba a pesar de ser un guardaespaldas—. Tienes un montón de huecos que podrían usarse en tu contra.

—Recién me acabo de mudar—me defendí.

—Eso es mucho peor—caminó por las escaleras, la cocina, la sala y por todos los pasillos. Su mano pasó lentamente por la mesa, como queriendo disfrutar del material—. Tendrás que reformar tu casa. Poner medidas de seguridad. Tal vez un poco de rejas en la ventana si es posible. También se tiene que reforzar el cerrojo.

A pesar del miedo, sentí su arrogancia. Odié la forma en cómo lanzaba órdenes.

—Recién me acabo de mudar—recalqué—. No considero necesario lo del cerrojo, tenemos guardia de seguridad en la entrada del edificio.

—Inútil—siguió caminando, dándome la espalda.

Parpadeé ante su respuesta.

—¿Disculpa?

Caminando, deslizó sus ojos hacia mi rostro, sentí un brillo oscuro cuando me miró. Sus hombros parecían tensos, al igual que sus piernas.

—He pasado por ese guardia de seguridad y ni se ha dado cuenta de mi presencia. Se la pasó jugando Candy Crush—se dirigió hacia mí—. Es un inútil. Si esperas que él te proteja, entonces encontrarás a otro muerto.

Detrás de ti (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora