| Capítulo 20 |

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DÉVORA

Había tenido días peores. Pero hoy me sentía como la mierda.

Y presentía que los demás días también serían como la mierda.

Aunque este día era el peor de todos, especialmente cuando la editorial que te publicitaba y con la que trabajabas, te había hecho mantener silencio. No solamente eso, sino que se percibía en el ambiente la tensión y la señal de juzga en la mirada. Y, que para toda mi mala suerte, tenía a la gran mayoría tirándome hate por las redes sociales y cancelándome.

No quería estar triste; de hecho, odiaba estar triste y pasarme todo el día tirada en la cama como una vaga. Pero tampoco tenía ganas de levantarme. Era como si fuera un fantasma; en estos días me había convertido en uno.

Ahogué mi rostro más contra la almohada. No quería ver a nadie, ni mucho menos realizar cualquier cosa. Porque no solamente me sentía triste, desganada y zonámbula, sino que me sentía horrible.

Cuando estaba triste, siempre solía sentirme horrible.

Un sonido resonó por toda la habitación.

La puerta se abrió como una tormenta.

No me hizo falta levantar mi rostro para saber quién era.

—Levántate—la voz de Víctor resonó por toda mi habitación, sonando un poco punzante en mis oídos—. Has estado peor que una vagabunda en tu cama estos días Dévora. Arriba.

No intenté levantarme. Ni mucho menos luché por hacerlo.

—Dévora—repitió Víctor, una amenaza.

—Vete—solté un gruñido y apreté más mi cuerpo con la sábana —No te necesito.

Víctor había estado viniendo todos estos tres días desde que había hablado con la editorial, para hacerme cambiar de ánimo.

No entró a mi habitación, solamente había tocado la puerta porque yo la había cerrado con llave. Cuando quería ahogarme en mi mundo, nadie podía invadirme. Me gustaba encerrarme, hundirme sin que nadie tuviera la capacidad de salvarme.

A las justas llegaba a almorzar, incluso podía sentir mi boca pastosa y seca.

Pero Víctor había estado detrás de la puerta, tocando y diciendo:

—Abre la puerta, Dévora.

Pero no se había atrevido a entrar con la llave, a invadir mi espacio personal. Le agradecí, pero cuando sentí mi celular zumbar bajó mi cuerpo, lo detesté.

Víctor: La mayoría de las personas muere cuando cierra los ojos. Levántate.

No supe si quería sacarme una sonrisa con aquel mensaje o hacerme enfadar más por interrumpir mi etapa de putrefacción.

No le respondí. Le dejé en visto.

Su mensaje tardó tan solo diez segundos en aparecer.

Víctor: No sé si lo sabías, pero dejar en visto a alguien es de mala educación.

Le volví a dejar en visto.

Víctor: Yo lo detesto.

Y le volví a dejar en visto.

Víctor: Y mucho.

Le dejé en visto. Otra vez.

Y entrar a mi habitación estaba siendo su forma de vengarse.

Detrás de ti (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora