35. LA TERCERA BALA

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El sonido de los bips del monitor del hospital es lo único que se escucha junto con la respiración entrecortada de Jorge y los sollozos de Marcos. Una enfermera entra y mira algo de la pantalla que la monitoriza y sale una vez más de la sala.

-Has llamado a tu madre? – consigue preguntar Marcos tras sonarse la nariz

-Cuando se despierte. No voy a ponerla nerviosa aún. – contesta Jorge, con voz cansada.

Máxime respira lento. Sus ojos empiezan a abrirse poco a poco. Tiene la boca pastosa. Le sabe a sangre y le huele todo a algo que no reconoce. Se siente desorientada, con el sonido del último disparo resonando aún en sus oídos.

Sólo consigue decir una palabra, sin reconocer la habitación, sin saber si está bien o no.

-Diego...

Jorge se gira de inmediato a la cama y se lanza a cogerla la mano.

-Maxi, Maxi soy yo, estoy aquí. – dice acariciándola la cara.

-Jorge? – pregunta desorientada.

Una enfermera entra corriendo y mira de nuevo sus pantallas.

-Salgan de aquí, esta muchacha necesita descansar.

Marcos se acerca temoso a la cama y la coge de la mano. Máxime rechaza su mano moviéndola de nuevo y Marcos se la vuelve a coger.

-No podría perdonarme si algo malo te hubiera pasado.

Máxime empieza a llorar de manera desconsolada. La enfermera echa a ambos de la habitación. ¿Llora porque ha estado a punto de morir?, ¿porque ha encontrado por primera vez a su novio después de que le pusiera los cuernos?, o ¿porque no ha visto a una persona en concreto al despertar? Todos sus pensamientos luchan los unos contra otros con la enfermera poniéndole un calmante por la vía.

Vuelve a perder lentamente la consciencia. Dejando que la noche siga su paso y sus constantes vitales se recuperen poco a poco.

A kilómetros de ella, en un pequeño aeropuerto europeo, Diego baja las escaleras de un avión privado con su maleta y Sebastian, con Yuri magullado a su lado.

Les recibe un coche de alta gama que les abre las puertas nada más llegar. Diego duda en subirse pero finalmente, tras subirse su mejor amigo y su primo, él también lo hace.

Echa la mano al pecho buscando un collar que ya no tiene, preguntándose cómo estará quien lo lleva.

Serrano está leyendo tranquilo cuando Máxime recupera la consciencia y le apetece hablar.

-Jefe. – le saluda con voz baja.

Su jefe sube los ojos por encima de las gafas y del libro, cerrándolo después.

-Identica a tu padre. Idéntica. Hacia siempre lo que le decía su instinto, aunque eso le llevase al mismísimo desastre. Él sabía que al fondo del desastre estaba la solución.

Un nudo se acomoda en la garganta de Máxime y hace que sus ojos se llenen de lágrimas.

-Tendrás que decir que te he echado muchísimo la bronca Medina, muchísimo. – se levanta de su silla y camina hacia ella. - y tendrás que decir conmigo que te dispararon por salvarme a mí.

Extiende su mano y al abrirla cae colgando el colgante de Diego.

Ella no puede si no abrir mucho los ojos y recostarse en la cama, estirando la mano para cogerlo.

-Si no le llego a pedir que se vaya, se queda contigo hasta que le detengan. – dice soltando el collar, que cae en la mano de Máxime.

CAPITULO 36 : 24 horas antes.

-Maxi, maxi por favor. Max. Max abre los ojos. – dice Diego angustiado agitando a Máxime entre sus brazos.

-¡Miller! – grita Serrano subiendo por la escalera de emergencia. – ¿que ha pasado?

-La rusa – contesta Yuri señalando el cadáver de Katerina – ha disparado A Diego y ella se ha metido por medio....

-Maxi, Max por favor... - sigue pidiéndola, la levanta en brazos – vamos, tenemos que ir a un hospital.

-Miller, - dice Serrano nervioso- déjala en el suelo y vete. Haz la llamada de emergencia. Vete o tendremos que arrestarte e irás preso. Vete.

-¿Pero tú quién eres? – pregunta Yuri apuntándole con la pistola.

-La persona que tiene que encargarse de que no cojan al heredero de Salomé. Salid de aquí.

-Pero... - dice Diego con ella en brazos. – me la llevo.

- La arruinaras la vida, aún podemos arreglar esto. Déjala aquí antes de que suba nadie. Iros por esta misma escalera los tres.

Diego la mira por última vez antes de dejarla en el suelo. No quiere arruinarles la vida. No así. Se quita el collar y va a ponerselo cuando Serrano le frena.

-Damelo, se lo quitarán en el hospital si no.

Serrano guarda el collar en el bolsillo y empieza a llamar por teléfono.

-Arriba en el piso de arriba tengo a Medina, ¡ambulancia ya! – grita, viendo como los tres huyen por la escalera, no sin antes darle Diego un último vistazo a la chica de sus sueños en el suelo.

SIN LIMITESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora