La mira con ganas de volver a besarla mientras ella se recoge el pelo en una coleta de mala manera por no poder mover el brazo.
-¿Te ayudo? – la pregunta desde el otro lado de la cama.
-Marcos, dudo que sepas hacer una coleta mejor que yo sin una mano, mejor vete a hacerme un café que vamos a llegar a las mil a la comisaria y vamos a pillar los dos.
-Podemos no ir y quedarnos aquí en mi casa hasta la hora de comer, teníamos margen de sobra según Garrido para ir... - sugiere dando vueltas por el colchon.
-Podemos también ser adultos responsables e ir a la comisaria porque tenemos un jaleo gordo, no se. – contesta arqueando las cejas y acercándose a el.
-Vale, me has convencido. – se decide y se levanta cogiendo la toalla y dirigiéndose a la ducha.
-Veo que voy a tener que hacer yo el café...
En menos de media hora han desayunado, se han arreglado y con una normalidad asombrosa, están bajando por el ascensor a coger el coche.
Como si de una pareja normal se tratase, como si besarse al salir del ascensor riéndose, ir de la mano hacia el coche y besarse antes de subirse fuera algo que pudieran hacer habitualmente. Un golpe enorme suena cuando se están besando al lado del ascensor, la puerta que da al garaje.
-Joder, quien sea casi hace la puerta giratoria.
-Los vecinos de aquí están mal de la cabeza Ruth, un día dan golpes y otro cantan. ¿Por donde íbamos tu y yo?
Siguen besándose tranquilamente. Abrazados, ajenos a que el golpe de la puerta, lo acaba de dar alguien a quien conocen y que se monta muy enfadada y llorando en un coche con los cristales tintados.
Una Maxime , que bajaba las escaleras triste, después de haber decidido no irse con Diego, a pesar de llevar las maletas encima, se acababa de encontrar con su novio, besándose con una compañera del trabajo. Sus sospechas eran ciertas, había alguien. Llevaba meses con esa mosca rondándola la oreja, haciéndose la ciega y la sorda con todas las señales que Marcos la había estado mandando. Meses en los que pensaba que era el trabajo, que era la presión. Y sus suposiciones eran ciertas. A lo que no le dio tantas vueltas, se lo había encontrado de frente bajando unas escaleras, cuando iba directa a serle leal.
-¿Maxi? ¿Maxi que ocurre? – pregunta Diego cuando la ve subir al coche llorando.
-Nada, déjalo. Arranca Yuri, por favor.
Sus lágrimas siguen rodando por las mejillas y cayéndole en el jersey blanco, manchándola de mascara de pestañas.
Yuri le echa una mirada por el retrovisor y Diego se gira, viendo a la pareja, acaramelada saliendo de la puerta que acaba de atravesar. Le hace un pequeño gesto con la cabeza y Yuri arranca. Pone la música para camuflar los sollozos mientras él la arruca contra su pecho y la acaricia el pelo con cariño.
-Nena, no quiero asustarte, pero en cuanto salgamos de estas calles, Yuri tiene que conducir un poco... a su manera, ponte el cinturón aunque sea aquí a mi lado.
La ayuda a ponerse el cinturón y ella se recuesta en su hombro. Sigue llorando, se siente tan traicionada y a la vez tan contrariada por todo lo que siente que se le hace un nudo indescripitible.
-¿Era Marcos con su nueva novia?
Ella solo asiente.
-Se que debe ser difícil ver a alguien a quien has querido tanto y durante tanto tiempo rehacer su vida cuando tu aun te frenas por respeto.
Respeto.
La palabra resuena en su cabeza tronando en cada uno de los rincones de sus emociones. Siente como si la hubieran clavado una puñalada en las costillas y a la vez siente que no debería estar enfadada porque ella beso a Diego ayer. Pero sabe que viene desde hace meses y que el engaño al que Marcos la ha sometido es algo que la retuerce las entrañas.
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SIN LIMITES
Bí ẩn / Giật gânMaxime es una joven policia que acaba de ser promocionada al equipo de investigacion de su novio, con la mala suerte de que, el primer dia, la usan de cebo para conseguir informacion para un caso muy importante. ¿Mala suerte? Depende de por donde se...