9. A FLOR DE PIEL

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Marcos sube casi de tres en tres las escaleras que llevan al piso de su madre. Todo el rellano huele a costillas estofadas y eso le ilumina el día. Se ha matado una hora más en el gimnasio solo para comerse esas costillas sin remordimiento alguno. Al llamar a la puerta su madre le recibe con un abrazo y musica de Luis Miguel de fondo, como siempre.

Se tumba en el sofá y mira el mismo punto del techo que lleva mirando desde que tenia uso de razón, sin saludar a su padre, que sigue metido en su libro haciendo caso omiso de la presencia de su hijo.
No es algo raro que su padre no le salude con mucho énfasis ni se alegre de sobremanera al verle. Es algo bastante habitual pero hoy, hoy en concreto le da muchísima menos importancia a que pase de el. Tiene la cabeza en tantos sitios que no sabe ni en cual posicionarse primero.
Sabe que ha hecho mal escribiendo así a Ruth, en vez de llamarla y pedirla perdón. Sabe que, con el carácter que tiene, puede o liarla muy muy gorda o hacerle el vacío para siempre. Pero también sabe que su futuro marido sale en dos semanas de prisión y le interesa más a ella que a él solucionar este tema lo antes posible.
A su mente viene el recuerdo de cuando le llamó Serrano para decirle que un autobús se había llevado por delante la furgoneta de vigilancia que tenían en las inmediaciones de un sitio estrategico para la operación de detención de Salomé.
Maxi llorando de la preocupación, sin tener casi relación con sus compañeros. Él, blanco como la cal, pensando simplemente en una persona que hasta hacia dos semanas, hubiera preferido que desapareciera de golpe y porrazo y en ese momento... El simple hecho de que tuviera más de dos rasguños le mataba por dentro.
Las cosas habían ido cambiando entre el y su novia desde hacía tiempo pero él no creía hasta ese instante que pudieran haber cambiado tanto como para que le importase de verdad esa chica.
No obstante, cuando colgó a su jefe el teléfono y su novia dejó de llorar, la agarró de la mano y bajaron juntos a la playa a continuar sus vacaciones.

-Bueno... a ti te pasa algo. - Sentencia su madre al entrar en el salón y verle con el semblante de haber suspendido y no haber contado nada aún.

-A mi? nada mamá - miente - Maxime esta en un operativo fuera de casa y no he dormido muy alla.

-Hijo pues si no está en casa vente aqui unos días no? Así puedes estar aquí tan a gusto.

-Prefiero quedarme en casa mamá, sabes que me pongo con el ordenador a hacer cosas hasta tarde y no quiero preocuparte.

-No te lo digo más veces, te vienes cuando quieras.

Quedarse en casa le tienta mucho pero tiene bastantes problemas que resolver antes de que vuelva Máxime.
Demasiados.

-Has hablado con ella sobre lo que estuvimos hablando? - le pregunta desde la puerta del salón.

Su padre sube la mirada por encima de las gafas y deja de leer un segundo.

-Mama, esta semana no creo que sea lo óptimo hablarle a Maxi de mudarnos aquí abajo. Tiene que estar concentrada en sus cosas...

-Bueno cariño, pero la vecina te dijo que un par de semanas, no más.

Otro problema más para la cuenta. Ver con quién queda mal. Con su madre por decirle que no se viene a vivir a la bloque de toda la vida o con su novia por pedirle volverse a vivir allí.
No tenía bastante con las discusiones por los tupper que casi cada día le manda su madre que tiene que añadir otro más.
Ahora que Máxime está conociendo e intentando ligarse a un maromo, tiene que hablar de justo el tema que casi les lleva a quiebra. Todo magnífico.

-Pero entre vosotros estáis bien? - pregunta su padre, dejando de ser un mueble para ser una persona más de la familia. Cómo siempre, hablando para hacer subir el pan y cuando nadie le necesita.

SIN LIMITESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora