Dos años después.Aquella noche era diferente a las demás, el pequeño pueblo celebraba la vendimia. Cada rincón estaba cuidadosamente decorado con linternas y guirnaldas. Sesshomaru y Kagome caminaban del brazo entre la pompa y la música del lugar. Era la primera vez que salían solos desde el nacimiento de su hija, quien estaba bajo el cuidado del leal consejero del Este. Luego de recorrer las atracciones, ambos se alejaron del pueblo.
— ¿Pretende secuestrarme, mi rey? —Sonrió mientras se aferraba con más fuerza a él.
— Mucho mejor que eso. — De pronto se vieron rodeados de cientos de rosas, y en el centro de aquél majestoso lugar un estanque.
— ¿Qué es esto? —Quedó boquiabierta del asombro tras observar el jardín. — ¿Tú lo hiciste?
— Sé cuánto extrañas los jardines del palacio. No es lo mismo, pero espero que te guste.
— ¡Me encanta! —Lo rodeó con sus brazos y hundió su rostro en su cuello. —Gracias. —Comenzó a llorar de la emoción.
— Y esto no es todo. —Sonrió.
— ¿Otra sorpresa? —interrogó ingenua de lo que estaba a punto de pasar. Sesshomaru se arrodilló frente a ella y tomó su mano. —¿Te casarías conmigo Kagome? —La pregunta fue acompañada de un anillo bañado en oro.
— ¡Por qué te tardaste tanto! —Se arrojó sobre él. Ambos cayeron al suelo. Lo besó una y otra vez. Estaba tan feliz que sentía que su corazón se saldría de su pecho. —Te dejaré sin aliento Taisho. —susurró a su oído antes de deshacerse del vestido que tenía puesto.
— Siempre lo haces. —La sujetó del cuello y se acercó para devorar su boca.
(...)
Hoyo se hallaba sin palabras. Hacía meses que no recibía noticias del continente, pero el último informe era una completa locura, casi irreal. Quería salir corriendo para darle a Kagome y Sesshomaru las magníficas noticias, pero se contuvo. Ese día el protagonismo le correspondía a los novios, además debía confirmar la información, no quería darles falsas esperanzas en vano. Arrugó la carta sobre su pecho y salió de la cabaña rumbo a la Iglesia con una sonrisa en los labios.
La doncella de Kagome acababa de darle los últimos retoques a su peinado, cuando Setsuna irrumpió en la habitación. Desde que había aprendido a caminar era imposible detenerla. —Ven aquí, mi pequeño jazmín. —Kagome la tomó en brazos para besar sus rosadas mejillas.
Solo faltaba el velo y estaría lista para caminar rumbo al altar. Se sentía extrañamente nerviosa, ni el abrazo de su hija fue suficiente para calmar su corazón. Pese a la felicidad no podía evitar sentir ansiedad, una extraña sensación le oprimía el pecho. Era como si algo terrible estuviera a punto de pasar.
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Amor en Tiempos de Guerra
FanfictionAl cumplir 16 años Kagome fue prometida en matrimonio al hijo mayor del Reino del Oeste, Sesshomaru. Sin embargo, su indiferencia la empuja a los brazos de su hermano bastardo, quien goza de un talento singular en las artes del placer. Ahora la jove...