Capítulo 8

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Reino del Norte.

—    ¿Cómo se atreven? ¡Malditos Taisho! —Gritó hirviendo en cólera Kikyo. — ¿Cómo tuvieron el descaro de humillar a nuestra hija?

—    El Este y Oeste están consolidando una fuerte alianza. —Dijo pensativo Bankotsu. — Jamás seremos capaces de hacerles frente por nuestra cuenta, pero...—la pausa fue eterna.

—    ¿Qué tienes en mente?

—    Necesitamos un aliado igual de poderoso.

—    ¿No estarás pensando en...?

—    Naraku. —Confirmó Bankotsu.

—    El Reino del Sur está en ruinas desde que acabó la guerra. No tiene sentido una alianza con ese hombre.

—    Con nuestra ayuda su Reino podría salir a flote. ¡Piénsalo! El Sur tiene una larga historia a sus espaldas. En sus mejores tiempos fue un aliado formidable, si logramos que recupere su antigua gloria seríamos imparables. Con Naraku de nuestro lado no volveríamos a depender de la voluntad del Oeste, incluso podríamos tomar represalias por lo que le hicieron a Rin.

—    ¿Serías capaz de iniciar una guerra?

—    Los tiempos de paz no duran para siempre, ya es tiempo de que el Oeste sepa cuál es su lugar. Se acerca una tormenta que barrerá con su arrogancia. —Sonrió.

(...)

Reino del Oeste.

—    ¿Han visto a la princesa Kagome? —Interrogó Inuyasha a los sirvientes de la cocina. La chica tenía el hábito de pasar a menudo por allí en busca de pasteles.

—    No joven. No hemos sabido nada de la princesa desde hace varios días.

—    Que extraño...—Dijo pensativo.

—    Pero...

—    ¿Pero? —Volvió a prestar su atención a la anciana que se encargaba de la cocina.

—    No deberíamos entrometernos, pero la princesa ha sido tan amable con nosotros que tememos que pudiera haberle pasado algo malo.

—    Habla. Nadie lo sabrá.

—    Dile lo que sabes muchacho. —Se dirigió a su joven ayudante. Inuyasha lo miró fijamente.

—    Hace algunos días el príncipe me ordenó buscar a la princesa y escoltarla hasta sus aposentos. Desde ese día no hemos vuelto a verla.

—    ¿Sesshomaru?

—    Sí, se veía bastante molesto por la partida de la señorita Rin.

—    Gracias por su ayuda. —Se retiró Inuyasha en busca de su hermano.

Se dispuso a recorrer cada rincón del palacio, pero no fue necesario, encontró a Sesshomaru en el campo de práctica con la espada en mano humillando a un insignificante escudero. 

 

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