Capítulo 22

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Sesshomaru llevaba una semana confinado en la habitación de su cabaña. La cama se sentía abrumadoramente fría, pero el aroma de Kagome se mantenía intacto entre las sábanas. Ni siquiera se molestó en quitarse el traje de bodas. Cada vez que cerraba los ojos la imaginaba a su lado, sonriéndole, pero cuando los abría la incesante voz de Rin lo atormentaba. Deseaba dormir para siempre.

— ¿Cuánto tiempo piensas seguir lamentándote? —Hoyo irrumpió en la casa molesto. —Es hora de que salgas de ahí. —Golpeó varias veces la puerta de la habitación, pero no obtuvo respuesta.

¿Vas a ignorar a tu amigo? —Interrogó la de cabello café, pero no recibió respuesta.

— Tengo nueva información del continente. Es imposible que Naraku secuestrara a Kagome. El maldito está muerto. —Sesshomaru abrió los ojos por primera vez en lo que iba de la conversación.

Él miente. —Contradijo Rin. — Solo dice lo que quieres oír. Viste la nave imperial. Para este momento Kagome debe ser el juguete de Naraku.

— ¡¡Cállate!! —Gritó furioso. Hoyo naturalmente creyó que estaba hablando con él.

— ¡Es cierto! El día de la boda recibí una carta. Pensaba decírselos luego, pero con todo lo que pasó ya nada tenía sentido. La carta...la carta decía que Naraku había muerto a manos de un general apodado Tessaiga. Su verdadera identidad era un misterio, pero el hombre no solo logró recuperar el Este y el Norte sino que también asestó un duro golpe al Sur antes de sitiar la capital en el Oeste. Todo parecía demasiado bueno para ser real, necesitaba confirmarlo, no quería darle a Kagome falsas esperanzas. Hoy recibí más información de una fuente diferente que lo confirma todo. Tessaiga es un antiguo aliado del Oeste... si eso es así, es muy probable que Kagome esté a salvo. Todos creen que estás muerto y Kagome es la única descendiente de sangre real con vida, el general conoce su valor. —La puerta se abrió de repente. Hoyo se sorprendió al ver al platinado tan demacrado.

— ¿Quieres decir que están vivas?

— Sí. —No estaba seguro, pero no podía darse el lujo de destruir la poca compostura de Sesshomaru. Una lágrima se deslizó por la mejilla del príncipe antes de caer inconsciente sobre Hoyo. —Busquen a Midoriko, rápido. —Ordenó. La sacerdotisa no demoró en preparar una infusión para ayudarlo a recuperar fuerzas. Luego de dos noche Sesshomaru por fin abrió los ojos.

— ¿Has vuelto a oír las voces, no es así? —Lo interrogó la mujer sentada a un lado de su cama. El platinado no logró disimular su sorpresa. Ella sonrió dulcemente. —Puedo ser muy perspicaz, joven príncipe.

— No solo oigo su voz, también la veo. —Confirmó. —Ella me atormenta día y noche. —Se forzó a sonreír.

¿Ella? Pensó, pero no quiso indagar demasiado en la identidad de la mujer. —¿Ella está aquí ahora? —Sesshomaru dirigió la vista hacia el umbral de la puerta donde Rin se recargaba. La sacerdotisa siguió su mirada y comprendió al instante. —Bebe esto. Hará que te sientas mejor. —Le acercó un vaso con un líquido verde de lo más asqueroso. Sesshomaru contuvo la respiración y bebió todo sin dudarlo.

(...)

Dos semanas después del secuestro de Kagome una nueva nave imperial ancló en el puerto. Sesshomaru que, para ese momento, se hallaba completamente recuperado se apresuró en llegar para enfrentarse a los forasteros. A su lado estaba Hoyo junto a los guardias del Este.

— ¡Que cálida bienvenida! —Dijo con una sonrisa irónica el azabache que acababa de descender del navío. —Mejor que la última vez.

— ¡Desgraciado! —Sesshomaru se dispuso a enfrentarlo, pero Hoyo lo detuvo.

Amor en Tiempos de GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora