No era sencillo asimilar un cambio tan repentino. Conocían a Setsuna, ambos anticiparon su reacción. No les sorprendió.
Cuando surge un problema tienes dos opciones. Puedes ignorarlo y esperar a que desaparezca por sí solo o puedes enfrentarlo e intentar resolverlo de alguna manera.
Sin duda, la segunda era la más rápida, pero su hija tenía una extraña tendencia a esperar a que las cosas se solucionaran mágicamente solas. Quizás porque había vivido demasiado tiempo bajo el ala de su tío. No tenía que hacer frente a los problemas, él estaba allí para hacerlo por ella.
Era bueno contar con alguien que la apoyara incondicionalmente, pero sin darse cuenta Inuyasha también la estaba limitando. Si iba a convertirse en Emperadora en el futuro, ya no podía seguir dependiendo de otros.
Setsuna salió de la oficina de su tío sin mediar razones. Inuyasha tuvo el impulso de seguirla, pero Kagome lo detuvo. Ella corregiría el obstinado carácter de su princesa. Luego de darle algunos minutos para huir, respiró y salió en su búsqueda.
Había un solo lugar en el que ella pasaba horas pensando. El borde del Acantilado Sur. Lugar demasiado peligroso para el gusto de la azabache. Kagome le había insistido, por su propia seguridad, que dejara de ir, pero fue en vano. En su lugar, Inuyasha ordenó construir un muro de contención de medio metro para mantenerla alejada del borde. Allí la encontró.
— Sabía que estarías aquí. Te has vuelto predecible hija. —Desmontó su caballo. No había nadie más en kilómetros a la distancia.
— No quiero hablar contigo ahora. —Apretaba sus piernas contra su pecho, mientras observaba el sol perderse por la línea del mar.
— Oscurecerá pronto. —Se sentó junto a ella. —¿Estás enojada conmigo? Soy consciente de que no hemos pasado mucho tiempo juntas, pero todo lo que he hecho ha sido por tí. Este Imperio es tu legado. Construido sobre la sangre de las personas que alguna vez amamos. —Por primera vez desde que llegó, su hija volteó a verla. Kagome sonrió, pero su expresión parecía triste. —No quería que vivieras escondida en algún pueblo perdido en alguna parte del mundo. No era tu culpa haber nacido en medio de una guerra, pero era mi responsabilidad hacer todo lo que estuviera en mis manos para que vivieras una vida feliz. —Suspiró. —Ya conoces la historia, tu padre y yo huimos del Continente. Creímos que jamás volveríamos a pisar esta tierra, pero un día se presentó una oportunidad única. Supimos que tu tío estaba vivo y no solo eso. Él había ganado la guerra.
— Fue entonces cuando regresaron al Continente.
— Exacto, pero las cosas no fueron como esperábamos. Las consecuencias de la guerra eran profundas. Los cuatro Reinos perdieron a sus reyes. Si alguien no ocupaba rápidamente el poder y mantenía a raya a la nobleza, los conflictos se reiniciarían y todo habría sido en vano.
— ¿Por qué mi padre no se hizo cargo entonces? Era el legítimo heredero del Oeste.
— Es verdad, pero las cosas no eran tan sencillas. Si tu padre revelaba que estaba vivo sería visto como un cobarde. Su único apoyo fuerte eran los antiguos hombres leales a tu abuela, muchos de ellos ricos, pero demasiado viejos como para pelear. Inuyasha, en cambio, fue visto como un libertador. En otras palabras, tenía el apoyo de los nobles y los pueblos, no solo del Oeste, sino también del Este y del Norte.
— ¿De tu reino también?
— Claro. Él me salvó a mí y a mis padres. Y se enfrentó cara a cara contra Naraku el día que mi reino cayó.
— Asha es asombroso.
— Lo es. Su victoria nos permitió volver a casa, pero si los hombres de tu abuela se enteraban que tu padre estaba vivo intentarían asesinarlo. La frágil estabilidad del Imperio, no soportaría un conflicto de sucesión. Por eso hicimos lo que hicimos. Inuyasha creció como un bastardo, era hábil con la espada, pero no tenía idea de cómo administrar un Imperio, por eso me hice cargo de los asuntos administrativos. Además, necesitaba cuanto antes un heredero para garantizar la línea sucesiva.
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Amor en Tiempos de Guerra
FanfictionAl cumplir 16 años Kagome fue prometida en matrimonio al hijo mayor del Reino del Oeste, Sesshomaru. Sin embargo, su indiferencia la empuja a los brazos de su hermano bastardo, quien goza de un talento singular en las artes del placer. Ahora la jove...