Capítulo 27

321 47 14
                                    

De vuelta en la Capital el reino se convulsionaba. Todos esperaban con ansias la boda del gran Emperador que había salvado el continente. Los regalos se acumulaban y los sirvientes corrían de un lado al otro.

Mientras tanto, los invitados esperaban en la Iglesia principal de la ciudad. Una obra maestra de infraestructura recubierta de cristales de colores y murales majestuosos.

Kagome esperaba pacientemente en su habitación el momento de partir, ya estaba lista. Le había pedido a todas sus damas de compañía que la dejaran a solas con su hija. Con su corta edad, Setsuna no entendía por qué su madre se casaba con su tío y por qué su padre vivía lejos de ellas, pero sabía que debía mantener el secreto. Kagome esperaba que dentro de unos años pudieran hablar apropiadamente para responder a todas sus preguntas.

Se escuchó un golpe del otro lado de la puerta e Inuyasha entró a la habitación sin esperar respuesta. Se encontró con dos pares de ojos mirándolo.

— ¡Asha! —La niña corrió a sus brazos. Llevaban días sin verse. Setsuna lo abrazó por el cuello y lo besó en la mejilla. Luego decidió que sería buena idea jugar con su cabello. El color plateado llamaba mucho su atención. —¿Por qué no tengo el color del tío Asha y de papá? 

— Porque tú naciste con el color de cabello de tu madre. Es mucho más encantador. —La niña miró su melena azabache. La respuesta pareció complacerla.

— Es mala suerte ver a la novia antes de la boda, mi rey. —Intervino Kagome. 

— No creo en supersticiones. —Se acercó a ella. —Te ves realmente hermosa. —Besó el dorso de su mano. Kagome lucía un vestido blanco con algunos detalles en verde y un velo sostenido por una tiara con el mismo motivo decorativo. Setsuna llevaba un vestido similar, pero con detalles en color púrpura.

—     ¿Nerviosa?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— ¿Nerviosa?

— No en realidad. Solo un poco ansiosa. He visto muchos carruajes, será un evento más grande de lo que imaginé.

— Unas cinco mil personas esperan afuera de la Iglesia. El pueblo espera conocer a la mujer que los salvó de la hambruna y que ocupará el puesto de emperatriz. Pero prometo que la recepción y el banquete serán más pequeños. Solo habrá familias aristocráticas e influyentes. —Otro golpe en la puerta les anunció que era momento de partir hacia la multitud. Inuyasha bajó a Suna y tomó su mano derecha. Kagome tomó la izquierda. Salieron del Castillo. 

(...)

Las calles de camino a la Iglesia fueron rodeadas por una multitud de súbditos. Entre vítores y aplausos miles se habían reunido en la Capital para celebrar el especial evento. Era una ocasión única. Kagome, Inuyasha y Setsuna saludaron desde el carruaje mientras dos de sus sirvientes arrojaban monedas de plata a la muchedumbre que se abalanzaba gustosa a recogerlas.

El platinado notó el deslumbrante anillo en el dedo anular de Kagome. Imaginó que sería un regalo de su hermano. Se acercó para susurrarle que debería quitárselo durante la ceremonia. Ella estuvo de acuerdo. No se había dado cuenta que todavía lo llevaba puesto. Su plan inicial era guardarlo en su recámara hasta que la boda finalizara, pero entre el ajetreo se le olvidó. No sabía dónde dejarlo ahora.

Amor en Tiempos de GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora