Miró alrededor, la oscuridad cubría por completo la habitación que compartían. Se hallaba de pie junto a la ventana, de repente sintió que algo lo sujetaba del tobillo. Bajó la mirada y se encontró con una agonizante Kagome. —¿por qué? —interrogó ella entre lágrimas antes de quedar inmóvil en el suelo. Sesshomaru se arrojó y la tomó en brazos, pero ella no reaccionó, estaba cubierta de sangre al igual que él. Un grito de dolor escapó de su garganta. La llamó por su nombre, pero no respondió, su corazón no latía. El platinado comenzó a llorar mientras abrazaba el cuerpo inerte contra su pecho meciéndose suavemente. No entendía que estaba pasando. De repente escuchó el llanto de Setsuna, y luego de unos agonizantes minutos se atrevió a ponerse de pie y caminar hacia la cuna. La bebé lloraba con mucha desesperación, era como si estuviera lastimada. Cuando quiso recogerla se dio cuenta de que llevaba una espada en la mano. Intentó soltar el arma metálica, pero su cuerpo no lo obedeció. Sus ojos se desorbitaron al darse cuenta que estaba apuntando hacia su hija. El filo brilló con el reflejo de la luna. —¡¡No, por favor!! ¡NO! —Gritó desesperado mientras intentaba detenerse. —Mátala... como hiciste con nuestro hijo. —La figura de Rin se apareció del lado contrario de la cuna. Ella veía con placer como estaba a punto de lastimar a la bebé. —¡¡Noooo!!Abrió los ojos. Su espalda se despegó de la cama en un instante, el corazón le latía desenfrenado.
— ¡¿Qué pasa?! ¿Estás bien? —Kagome lo abrazó con fuerza. —¿De nuevo esas pesadillas?
No respondió. Se limitó a abrazarla mientras lloraba en silencio. No quería soltarla, pero su grito también había despertado a su hija, que ahora gimoteaba por atención.
— Todo está bien. —Le susurró al oído Kagome, mientras le acariciaba suavemente su cabeza. —Solo fue un sueño. —Sesshomaru jamás quiso decirle de qué se trataban aquellas pesadillas que tan recurrentemente lo atormentaban por las noches. Él se despertaba sobresaltado y ella se limitaba a consolarlo. —Iré por la bebé.
— Yo iré. —Dijo él. Bajó los pies de la cama y lentamente se acercó a la cuna. Esta vez no había nada en sus manos. Cogió delicadamente a Setsuna y la acurrucó en su pecho con cuidado. Lentamente ella empezó a calmarse.
(...)
Kagome aprovechó la mañana soleada para ir a visitar a Hoyo a la parroquia. Necesitaba hablar con alguien, y quien mejor que su antiguo consejero.
— Me preocupa. Cada vez son mas recurrentes. Se despierta asustado, con el pulso acelerado y no se calma hasta que se asegura de que estamos bien.
— Hablaré con la curandera del pueblo, quizás ella conozca alguna infusión para ayudarlo a dormir mejor.
— Te lo agradecería. —Setsuna reía mientras agitaba entre sus diminutas manos el sonajero que su padre le había regalado.
— ¿Cuándo quieren bautizarla? —cambió de tema Hoyo mientras le hacía morisquetas a la niña.
— Habíamos pensado en su cumpleaños. No falta tanto.
— Es verdad, me parece una buena ocasión. —dijo entusiasmado.
— Hoyo... — dijo en un tono mas serio. — ¿No hay nuevas noticias del continente?
— Nada fuera de lo normal. Ha habido cierto descontento por los nuevos impuestos de Naraku, pero más allá de eso...nada.
— ¿Crees que sería posible...?
— Olvídelo, princesa. Deje de pensar en ello.
— No es tan fácil. Ese hombre mató a mi familia y sigue impune.
— Tienes una nueva familia ahora. Lo que me recuerda...—sonrió pícaramente. —¿Para cuándo la boda?
Kagome se sonrojó. —No es a mí a quien debes preguntarle. Él no me lo ha propuesto.
— Pero ustedes ya estaban comprometidos.
— No es lo mismo. Esa unión fue un acuerdo político de nuestros padres, Sesshomaru incluso tenía una mujer a la que amaba en el Oeste.
— No lo sabía.
— Hay tanto que no sabes, mi querido amigo. —Era obvio que hacía alusión a su aventura con Inuyasha. Sonrío tristemente al recordar el día que lo conoció. Había pensado que él era el heredero del Oeste, y la idea no le había disgustado para nada.
— No pienses en cosas lujuriosas mientras estás en la casa de Dios. —le despeinó el cabello como en los viejos tiempos. Ambos sonrieron con nostalgia.
(...)
En el Oeste, el General de Naraku le informaba detalladamente de la situación del Imperio. Una pequeña rebelión estaba teniendo lugar en la zona este meridional del territorio.
— ¿Desea que enviemos tropas, mi rey?
— Claro que no. No gastaremos recursos en un débil e insignificante levantamiento. Que las legiones de la zona se encarguen. Asegúrate de que ejecuten a los rebeldes y que coloquen sus cabezas en picas. De esa forma se lo pensarán dos veces antes de desobedecerme.
— Como diga.
— Respecto a la búsqueda... ¿se sabe algo?
— Tenemos una fuente que sugiere que la princesa se exilió más allá del mar oscuro luego de la batalla del Este.
— ¿Y en cuanto al prisionero?
— No tenemos ninguna información, pero no sería descabellado pensar que también escapó del continente.
— Prepara un grupo que viaje en cubierto. Los gobiernos de las ciudades no deben saber que están allí. Sé precavido y averigua si nuestra bella princesa se esconde en las islas. De más está decirte que la necesito con vida...pero si se resiste enséñale una lección, su temple es salvaje.
(...)
Ensilló su caballo, desenvainó la espada y se puso al frente del nuevo ejército. No tenía permitido morir hasta acabar con Naraku. Tenía bajo su mando a los antiguos vasallos del Este y el Oeste. Se alió con las tribus nómades, y les prometió tesoros a cambio de su ayuda. Pensó durante meses en la estrategia que, estaba convencido, lo llevaría a la victoria. Dejó la impulsividad de lado y fue fríamente calculador. Se escondió tras la sombra de la muerte hasta el último momento. Se encargó de reducir a cenizas las bases militares, y se apoderó de parte de la flota imperial. Era ahora o nunca, el telón estaba abierto, la función a punto de empezar.
— No habremos de temer a la sombra de la muerte, porque la muerte es dulce...—susurró para sí mismo recordando las palabras de su difunto padre. Sonrió y le ordenó a las tropas avanzar.
Continuará...
ESTÁS LEYENDO
Amor en Tiempos de Guerra
FanfictionAl cumplir 16 años Kagome fue prometida en matrimonio al hijo mayor del Reino del Oeste, Sesshomaru. Sin embargo, su indiferencia la empuja a los brazos de su hermano bastardo, quien goza de un talento singular en las artes del placer. Ahora la jove...