Fue imposible conciliar el sueño aquella ajetreada noche. El amanecer llegó en un parpadeo, ambas legiones avanzaron hasta quedarse a mitad de camino entre el campo abierto y los muros de la ciudad. Kagome e Inuyasha montaban a caballo delante de su formación, Naraku igual.
POV. Kagome
El frío de la mañana me hacía tiritar, el vapor escapaba de mi boca con cada palabra que pronunciaba. Inuyasha se hallaba a mi lado, listo para morir si fuera necesario. Observé a la distancia la imponente formación del Sur y sin pensarlo golpeé los estribos de mi caballo y me dirigí hacia ellos, Inuyasha me siguió desde una distancia corta. Naraku hizo lo mismo y comenzó a avanzar hacia nosotros, aun desde lejos lograba ver la arrogante sonrisa en sus labios. Nos detuvimos frente a frente.
— Princesa... o debería decir Reina ahora. Supe que mis tropas finalmente interceptaron a sus padres.—Dijo sonriendo con sarcasmo mientras inclinaba la cabeza. —Veo que trajo a su perro. —Se refirió a Inuyasha.
— Este perro te matará si te acercas a ella. —Amenazó Inuyasha.
— Eso lo veremos. Sabes tengo curiosidad, en el fondo me agradeces haber matado a ese lamentable príncipe ¿verdad? De bastardo a huérfano. Mira el lado positivo, ya no serás la sombra de tu hermano.
— ¡Maldito insecto! —Inuyasha desenfundó su espada, pero lo detuve. Estábamos en medio del fuego cruzado. Todos moriríamos si se atrevía a hacer algo.
Naraku volvió a dirigirse a mí. —Rechazó mi acuerdo de paz, princesa.
— ¿Llamas a eso un acuerdo? Para mí se veían como amenazas y peticiones sinsentido.
— Esperaba resolver esto con palabras.
— ¿Luego de asesinar a mis padres?
Rió animado. Luego sujetó las riendas de su caballo para dar la vuelta. —Será divertido verte rogar de rodillas que te perdone la vida. —Se alejó sin dejar de reír. Un escalofrío me recorrió el cuerpo entero.
— De prisa. —La voz de Inuyasha me ayudó a salir del trance en el que me encontraba sumergida. Dimos media vuelta y regresamos a la muralla.
(...)
POV. Sesshomaru
Desperté en medio de la oscuridad, era imposible distinguir si era de día o de noche porque ningún rayo de luz llegaba hasta la prisión en la que me encontraba encadenado. Lo peor de todo no era resistir las torturas constantes de Rin, sino la incertidumbre de saber que había pasado con mi Reino, mi gente, mi hermano y Kagome. Me gustaba imaginar que se hallaban lejos de todo peligro, pero jamás fui bueno inventando cuentos de fantasía. Si era sincero conmigo mismo llegaba a la conclusión de que lo más seguro era que estuvieran muertos.
Escuché el chirrido metálico inconfundible de la puerta de mi celda. Era ella, de nuevo. Solía bajar acompañada de un guardia, pero esta vez se hallaba sola. Se veía nerviosa, daba vueltas en el lugar mientras mordía sus uñas. Era una oportunidad que no pensaba desaprovechar.
— ¿Rin?
— Cállate. No quiero escucharte.
— Te he extrañado. —Busqué su mirada.
— ¡Mientes! —Volteó a verme por primera vez desde que había llegado.
— Claro que no. Todo este tiempo aquí me ha hecho recapacitar. Fui un imbécil por dejarte ir. Me haces falta, amor.
— ¿Hablas en serio? —Se acercó a mí. Me hallaba atado de pies y manos a una cama.
— En serio. —Le aseguré.
ESTÁS LEYENDO
Amor en Tiempos de Guerra
FanfictionAl cumplir 16 años Kagome fue prometida en matrimonio al hijo mayor del Reino del Oeste, Sesshomaru. Sin embargo, su indiferencia la empuja a los brazos de su hermano bastardo, quien goza de un talento singular en las artes del placer. Ahora la jove...