Capítulo 5

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A la mañana siguiente salí a correr a la misma hora de siempre, con la misma música de siempre, pero camino diferente. Y es que no tenía ninguna gana de cruzarme con nadie, y menos con el empuja-corredoras, quería correr sin precauciones, tranquila, respirando. Solo cambié dos calles de mi ruta, pero parecía un mundo completamente nuevo. Cuando llegué a casa mamá preparaba el desayuno y el olor a café recién hecho invadía toda la planta.

-Buenos días, ¿quieres una taza?

-Si por favor, voy a darme una ducha.

-Okey.

Mi madre y yo teníamos eso que pocos tienen, éramos madre e hija, amigas, y nos entendíamos bien, quizás porque mi madre me tuvo joven y no era una madre tan mayor. Me duché, me vestí y bajé a desayunar con ella. Me cogí un amarre con algunos mechones de pelo que tapaba mi cara y la cartera con los libros.

-Toma.- Dijo ofreciéndome la taza de café.

-Gracias mamá.- Cogí una tostada y le pegué un mordisco.

-¿Había mucha gente corriendo?

-Mamá, ¿quién va a salir a correr a las 5 de la mañana? Además, hoy he cambiado de ruta.

-¿Y eso?

-Sinceramente, no quería que nadie me molestase.- Terminé de desayunar.- ¿Te vas ya?

-Si, ¿quieres que te lleve?

-Si te viene de camino...

-Claro, vamos.- Asentimos y en poco estábamos de camino.

-¿Qué hay hoy en el trabajo mamá?

-Pues tengo turno doble, mi compañera está de baja.

-¿Y está bien?

-Si, claro, es baja por maternidad.

-Ah, entonces me alegro mucho.

Charlando un poco llegamos al instituto, no tenía nada en contra de este, no voy a decir que me gustaba ir a estudiar, pero me lo pasaba bien con Tori, y ahora con Illyak. Me despedí de ella con un beso y salí del coche para acabar dentro del edificio.

-Hola.

-Alex, te he echado de menos.

-Y yo.- Nos abrazamos.

-Hola chicas.- Dijo el rubio tras introducirse en la conversación.

-Hola Illyak.- Ambos se sonrieron y noté cierto...¿coqueteo? Creo que me he perdido algo.

El caso es que sonó el timbre y entramos en clases, la mañana fue bien, nos la ingeniamos para turnarnos en los sitios ya que somos impares y que ninguno estuviese solo toda la mañana. Al terminar las clases, me despedí de Illyak y me fui en el coche con Tori.

-Muchas gracias por traerme, ya no me acordaba.

-No hay que darlas. Por cierto, recuérdale a tu madre la receta de pastel de calabaza que me tiene que mandar.

-Claro, ahora se lo digo.

-Adiós guapa, hasta mañana.

El idiota que tanto amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora