Capítulo 22

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Abrí la puerta intentando hacer el menor ruido posible. Eran las 5 de la mañana y aunque pensé que saldría a correr, supuse que estaría de resaca al ver la pinta de la casa y el olor a alcohol. La encimera de la cocina respaldo mi teoría, dos botellas de ron se encontraban vacías, al igual que dos de gaseosa. La hierbabuena y los trozos de lima estaban desperdigados sobre esta y restos y cajas de la cena revelaban la comida china que habían pedido.

Abrí el frigorífico y bebí una excesiva pero necesaria cantidad de agua, venía sediento a pesar de haber tornado solo una copa. Subí las escaleras y pasé junto a la habitación de Beatrice la cual se encontraba durmiendo a pierna suelta en su cama. Había conseguido una inmejorable tolerancia al alcohol, y eso hacía que bebiera más de lo que debía. Estaba cansado y moría por tirarme en la cama, pero al recordarla a ella en la misma habitación, se me encogía el estómago. Con sumo cuidado abrí la puerta, esperándola despierta, con sus ganas de correr y su ropa de deporte, dispuesta a sacarme de quicio. Pero en su lugar encontré una Alex dormida y mi estómago molestó. Me acerqué al lado de su cama, pudiendo observar su rostro ligeramente iluminado por la poca luz que desprendía la luna.

Estaba completamente dormida, con los auriculares puestos y la mano bajo la almohada. Sonreí instintivamente, me incliné y con mucho cuidado le quité los auriculares, los desconecté y vi en la pantalla "The Offspring". Mi respiración se cortó y sentí un sentimiento de culpa. En ese momento se giró y murmuró algo seguido de un "Idiota". Suspire y sonreí quedándome con aquello que tanto me había hecho feliz. Ella soñaba con su idiota.

-Alex-

No podía creer que la tristeza y los celos de ayer hubiesen acabado en la resaca de hoy. Yo no era de beber, como mucho algún chupito o una copa, y sus únicos efectos eran despertarme con sed. Pero esta vez no, eran las 11 y media de la mañana, necesitaba una fuente para beberme y la cabeza me iba a explotar. Además la luz de la ventana solo hacía que empeorase la situación. Con los ojos cerrados lo máximo que pude me levanté y bajé la persiana un poco.

-Gracias.- Pegué un respingo y me giré rápido para ver a un Oliver sin camiseta, en calzonas y boca abajo sobre su cama. También parecía tener resaca.

-¿Resaca?

-Dormir tarde. - Asentí al acordarme de su cita.

Abrió un poco los ojos dejando ver un azul intenso, su complexión no era muy fuerte pero lo suficiente para verse en forma. Su piel era muy lisa y daba la sensación de ser muy suave. En esta posición se apreciaban sus costillas, y su pelo estaba revuelto. "Alex, deja de mirarlo" Me dije, no podía seguir así, no podía estar enamorándome de él.

-¿Pasa algo enana?- Sonrió sarcástico y rodé los ojos.

-Idiota.

-Así me llamo.- Hundió su cara entre las sábanas y decidí irme.

Bajé las escaleras y noté el olor a café recién hecho. Dios, le iba a dar dos besos a Beatrice por tanto. Pero me paré en seco a las puertas de la cocina, me quedé en shock al no entender nada.

-Buenos días, tu debes de ser Alex.- Su sonrisa era impecable.- ¿Una taza de café? Acabo de prepararlo.

-Gracias.- Me tendió la taza y le dí un sorbo.

-Oliver y Beatrice me han hablado de tí.- Vestía un traje y una camisa azul marino. Observé en un instante las maletas situadas en el salón.

-Papá.- Me giré al reconocer la voz y lo ví, parecía tan sorprendido como yo. Así que era el señor Knight. Debí imaginarlo, pero el fuerte dolor de cabeza aun me atormentaba sin dejarme razonar.

El idiota que tanto amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora