Capítulo 19

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Ay diosito, este idiota jugaba con mis sentimientos como quería. Procedí a vestirme y rogar al cielo un día tranquilo, porque con los que llevaba eran suficientes. Mi pelo aún estaba corto por lo que recogerlo en una cola era casi tarea imposible. Así que decidí dejarlo suelto y salir de la habitación, pero me topé con una tela blanca, alcé la vista y mis ojos se enredaron en los suyos del color del mar.

-¿Ya estás?

-Sí.- Dije nerviosa.

-Pues vamos.- Bajamos las escaleras y salimos fuera.

Sacó de su bolsillo las llaves de un coche, pulsó el botón y las luces de un jeep negro se encendieron. Me quedé unos segundos admirando el coche el cual parecía recién salido del concesionario. Había sido el coche de mis sueños desde pequeña, claro que solo había sido en sueños porque tras crecer y entender la vida real y la economía, supe que solo lo conduciría soñando.

-¿Vas a subir o te vas a quedar ahí quieta todo el día?

-Jaja, muy gracioso.- Avancé hacia el vehículo y entré. Ya sentados nos abrochamos el cinturón.- ¿A dónde vamos?

-A un sitio.

-Si, pero ¿que sitio?

-A uno.

-¿Pero cual?

-Es una sorpresa.- Dijo un poco serio.

-¿Una sorpresa?- Dije nerviosa.- Pero...

-Alex, deja de hacer tantas preguntas.- Sentenció a punto de perder la paciencia. Suspiró.- Fíate de mí, ¿si?- Concluyó más calmado, asentí a pesar de no estar muy segura.

Normalmente no me llamaba por mi nombre, realmente nunca me llamaba, casi siempre le hablaba yo. Y el solo hecho de escuchar decir mi nombre, con esa voz que me volvía totalmente loca hacía que un escalofríos recorriese mi cuerpo. Arrancó el motor y salimos de la calle. Miraba por la ventanilla con mis brazos apoyados en las piernas, no hablábamos, así que aproveché para mirarlo detenidamente. Su mano izquierda estaba en el volante y su vista se encontraba fija en la carretera. Los dedos de su mano derecha rozaban sus labios un poco inquietos. Era atractivo, y tenía muy buen perfil, cosa que no todos podemos decir. Durante ese rato no caí en que lo estaba observando descaradamente y noté como ardían mis mejillas al darme cuenta de mis actos. Decidí apartar la vista rápida y mirar por la ventana. Un par de minutos después aparcamos en una cafetería.

-Oliver-

-¿Vas a subir o te vas a quedar ahí quieta todo el día?- No lo negaré, molestarla me parecía divertido.

-Jaja, muy gracioso. ¿A dónde vamos?- Pensé, tenía que ser algún sitio decente, nada de sitios de mala muerte.

-A un sitio.- Espeté mientras pensaba a donde ir.

-Si, pero ¿qué sitio?

-A uno.- "Piensa Oliver"

-¿Pero cuál?

-Es una sorpresa.- "¿En serio? ¿Nada?"

-¿Una sorpresa? Pero...

-Alex, deja de hacer tantas preguntas.-"Mierda" Quedó callada y supe que había sido un poco capullo. Resoplé y queriendo ser más amable dije.- Fíate de mí, ¿si?

Arranqué el motor y salimos. Había sido un idiota, como ella me llama, pero por alguna razón el que me llamase de esa forma no me afectaba, al contrario, le había cogido cariño a ese apodo, como algo que solo teníamos nosotros. Me estoy volviendo blando maldita sea, y eso no entra en mis planes. Con estos pensamientos salí de mi trance y noté como me miraba, estaba inquieto, pero por alguna razón dejó de hacerlo. Ví una cafetería y giré para aparcar. Allí podríamos hablar y aclarar muchas cosas.

· · ·

A este capítulo de mi vida vamos a llamarlo... Los pactos de Green-Tea.


-¿Vamos a comer aquí?- Pregunté

-No, solo quiero hablar.- Nos sentamos en una mesa de dos y pedimos un par de bebidas. Tras una pausa de unos minutos que se hicieron eternos habló.- A ver...- Tragué fuerte.- Pero cálmate que vas a tirar la mesa.

Me di cuenta de que mi pie golpeaba la base de esta, y por lo tanto se movía como un terremoto de 1.5. Paré mi nerviosismo.

-Perdona.

-¿Sabes que no te voy a comer no? Lo digo porque no tienes por que tener esa cara de aterrada.

-Yo no tengo cara de aterrada.

-Está bien, está bien. Mira, nos vamos a llevar dos semanas viviendo juntos, y hay cosas que tenemos que hablar.

-Tu dirás.- Alcancé a decir y bebí de mi refresco.

-Punto número uno: no puedes estar todo el tiempo en la habitación, necesito... espacio.

-Okey.- Me miró.

-Vaya que fácil.- "¿Debería de habérselo puesto más difícil?"

-¿Algo más?

-Punto número dos: Hay que llevarse bien enana.

-Nos llevamos bien. Y no me llames enana.

-A veces, cierta personita me saca de quicio.

-Y a veces otra "personita" es un idiota y me llama enana.- Dicté.

-Supongo que eso es un okey.- Sonrió sarcástico.- ¿Tu quieres algo a camb...?

-Quiero recuperar mi ruta, de correr.

-Vaya que callado te lo tenías.- Se cruzó de brazos.

-Quiero correr.

-Y si tantas ganas tienes de hacerlo, ¿por qué no lo haces?

-Porque siempre estás tu, y me desconcentras.

-¿Y cómo, que te desconcentro exactamente?- Preguntó en tono sarcástico mientras se acercaba a mi. Suerte que nos separaba la mesa, y que estaba sentada, porque causaba en mi un gran efecto de nerviosismo.

-Pues yo...- "Me desconcentra tenerte tan cerca, tu mirada, tu voz..."- No puedes hablarme mientras corro.- Se echó en su respaldo.

-Okey, concedido.- Miró hacia los lados.- ¿Nos vamos?- Asentí.

Salimos y nos montamos en el coche más relajados, quizás porque habíamos sido capaces de tener una conversación normal sin que yo le gritase "idiota" cada cinco minutos y él no sacase su lado sarcástico cada 3.

-¿A dónde vamos?

-A comer.

-¿A qué sitio?

-¿Sabes? Tienes que aprender a tener paciencia y a confiar, doña preguntas.- Resoplar y sonrió.





Espero que os estén gustando las actualizaciones. Feliz verano.

~carcueru 🐢

El idiota que tanto amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora