Capítulo 7

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Han pasado dos semanas de todo aquello, las clases siguieron normal, el idiota venía de vez en cuando por mi ruta, y me estaba acostumbrando a ignorarle. Había comenzado a venir a clase, menos mal que solo nos veíamos en dos, pero eso no quitaba que me sonriese sarcástico cada vez que me veía, como si acaso fuera patética para él. También en este tiempo, Tori e Illyak se conocieron mejor, quedábamos los tres, aunque tengo que admitir que a veces había tanta tensión entre ellos que me sentía de sujetavelas.

-Oye Alex.- Se dirigió a mí mientras bebía un poco de mi refresco. Estábamos en la feria de la cuidad, situados cerca de la noria.

-¿Si?

-¿Te puedo preguntar algo? Ahora que Tori está en el baño.

-Claro, dispara.- Bebí de nuevo.

-¿Crees que le gusto?- Dijo un poco nervioso.

-¿Por qué lo dices?

-Bueno, es una chica genial, es muy divertida...

-¿Te gusta ella a ti?- Lo miré y comenzó a ponerse rojo, acto seguido reí ante ello.- No hace falta que contestes, me quedó suficientemente claro.- Reí.

-Entonces, ¿no verías mal que... le pidiese salir?

-¿Por qué os empeñais en pedirme permiso?- Puso cara de no entender y negué.- Creo que deberías.

-¿En serio?

-Venga ya, si llevais dos semanas tonteando mutuamente.

-¿Si?

-Ay querido amigo, estás muy, muy ciego.

-Hola, ¿de que habláis?- Nos miramos.

-De la...

-Noria.- Dije rellenando la frase del castaño.

-Si, le estaba preguntando si te gustaba la noria.

-Ah, bueno...tengo un poco de vértigo, soy más de tierra.- Repuso la rubia riéndose y le seguimos.

-Eso le he dicho yo.

-Podemos montarnos en ese.- Propuso sorbiendo el líquido por la pajita.

-Me parece bien.- Secundó Illyak.

-Yo... voy a darme una vuelta antes, como me monte ahí con la bebida en mi tripa, voy a bañar a media feria.

-¿Entonces no vienes?

-Id vosotros, me avisáis en un rato ¿no?- Tori miró a Illyak y aproveché para guiñarle un ojo a este.

-Si, claro, no hay problema.- Respondió el chico.

-Ten cuidado ¿vale guapa?

-Claro, no te preocupes. Pasarlo bien.

Me despedí de ellos y los dejé solos, ví la oportunidad perfecta para que se declarasen y esas cosas, además, un poco de ayuda no les venía mal, y dejarlos solos era lo que mejor podía hacer. Andé lenta hasta la gran cola de la noria, compré mi ticket y esperé a mi turno mientras ojeaba las redes sociales. Por fin llegué a ser la primera y me subí a uno de los bancos.

-Perdona, no puede ir sola señorita.- Argumentó el trabajador.

-¿Por qué?- Dije un poco triste.- No pasa nada.

-Lo siento, pero son motivos de seguridad, no la puedo dejar subir sola.- Suspiré e iba a bajarme cuando una voz familiar me sacó de mis pensamientos.

-Yo voy con ella.- Se sentó a mi lado y nos cerró la barra de seguridad.

-Que tengan buen viaje.- Dijo el hombre más convencido y una sonrisa.

El idiota que tanto amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora