Capítulo 23

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-¿Qué quieres hacer después del instituto?

-Pues, aún no lo tengo claro.- Respondió nervioso.

-Así que no sabes si estudiar, o trabajar.

No tenía muy claro cuál era su intención, pero esa mirada de abogado chungo que gana todos los casos intimidando a su contrincante no me gustaba nada. Y cada vez que miraba a mi amigo...

-No lo sé jajajaj.- Estaba casi sudando.

-Bueno, eso dependerá de si te gusta estudiar o, al fin de cuentas, eres un vago.

Le di una patada bajo la mesa y le miré acusándolo. ¿Se puede saber que mierda estaba pasando?

-Bueno, yo, me ha encantado la comida, pero se me hace tarde.- Se levantó lo más deprisa que pudo.

-¿Ya te vas?

-Es tarde.- Dije respaldando a mi amigo.

-Cómo pasa el tiempo.- Respondió el señor Knight.

-Es verdad, casi son las siete.- Segundó la pelinegra.

-Muchas gracias por invitarme.

-Puedes venir cuando quieras. 

-Si, ya...

Le regaló una sonrisa sincera, nada que ver con su hijo, que estaba segura que si le dejábamos abrir la boca se lo cargaría en dos segundos. Se despidió rápido y casi tuve que correr tras él para alcanzarlo.

-Illyak.- Lo alcancé fuera.

-Lo siento Alex, pero a ese tío le ha faltado poco para comerme.

-Lo sé, lo siento. Nunca lo había visto jugar al depredador y la presa.

-¿Es que, sois una especie de novios o algo?

-No, que dices, que va.- Salté a decir.

-Mira, si quieres que quedemos me encantaría, pero por favor, en tu casa.

Nos dimos un abrazo y se fue. Entré en casa hecha una furia y subí los escalones hasta su habitación donde sabía perfectamente que estaba, pensaba atacar con toda la artillería que pudiese. Entré y cerré la puerta detrás de mi.

-¿Se puede saber que cojones te pasa?- Alcé la voz.

-¿Quién es ese tío?- Respondió de igual forma lo que hizo que me enfadara aún más.

-Es mi mejor amigo.

-Si, claro. Ve a contarle ese cuento a otro.

-Bueno ¿y eso a ti que te importa?

-Es un capullo.- Eso hizo que me hirviera la sangre y comencé a gritar.

-Él no es un capullo, te estás comportando como un crío.

-¿Yo? Ha sido él el de "Si, de un pueblo... es como una isla... es bastante grande"- Imitó una vocecilla.

-Has empezado tú con eso de "Pareces mucho, más pequeño" o lo de "depende de si te gusta estudiar o eres un vago."

-Tan solo de verlo sé que es un vago.

-Eres un gilipollas.

-¿Qué has dicho?- "Mierda" Se acercó más a mi tanto que podía escuchar los latidos desenfrenados de su corazón. Pero no me iba a intimidar, estaba muy cabreada.- Repite eso si tienes lo que hay que tener.

-Gilipollas.- Sentencié recalcando la palabra y mirándolo directamente a los ojos.

Sus puños estaban cerrados con fuerza al igual que los míos, su semblante era serio y de sus ojos saltaban chispas. Me miraba como si quisiera matarme y el azul de sus ojos era muy intenso y oscuro. Habría pensado cualquier cosa, absolutamente cualquier cosa que le sucedería a esta escena, pero nada se parecería a lo que pasó.

"-Repite eso si tienes lo que hay que tener.

-Gilipollas.- Sentencié recalcando la palabra y mirándolo directamente a los ojos."

En cuestión de un par de segundos, eliminó los pocos centímetros que nos separaban, colocó sus manos en ambos lados de mi rostro y estampó sus labios con los míos. Era incapaz de creer que esto estaba pasando, cerré los ojos mientras miles de pensamientos y emociones corrían por mi mente. Su lengua se hizo paso hasta llegar a la mía y deslizó una mano hacia mi nuca para intensificar el beso mientras la otra, colocada ahora en mi espalda me atraía más a él. Sabía a enfado, a deseo, a desesperación. Nos separamos de un golpe mientras nuestras miradas estaban más enredadas que nunca, la respiración de ambos estaba acelerada y nuestros labios enrojecidos por la fricción que habían tenido segundos atrás. Instintivamente coloqué mi mano cerca de estos al ser consciente de todo y salí de la habitación lo más rápido que pude, dejando a un Oliver casi más confundido que yo.

Quería salir, de la habitación, de la casa, de la ciudad... Necesitaba... Reflexionar, y, pensar en todo, meditarlo...

-Me he besado con tu hermano.

La puerta se cerró de un portazo y los ojos de Beatrice comenzaron a abrirse tanto que pensé que saldrían de sus órbitas. Avancé y me senté a su lado sin saber qué contar ni cómo empezar.

-Espera, ¿qué?

Y aun no lo sabía, pero había desencadenado las puertas de una trama que de haberlo sabido, habría deseado no empezar. Porque lo que se avecinaba no era bueno, ¿o tal vez si?





Chan Chan chaaan. Bueno espero que os esté gustando. Yo sé que al principio todo parece demasiado cliché pero... No os confiéis, lo mejor está por llegar.

~carcueru🐢

El idiota que tanto amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora