Capítulo 13

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Llegamos a la planta de arriba.


-Esta puerta es el baño.- Dijo señalando la derecha.- Esta es mi habitación.- Casi en frente de la sala anterior.- Y la del fondo es de mi padre.

- Y esa...La mia.

Miré extrañada porque, a menos que durmiera en la bañera, no había más puertas. Entramos en su habitación la cual parecía tan grande que no entraba en la estructura de la casa, tanto que cabía perfectamente un armario grande, una cama bastante grande para ser individual, una cama suplente, un escritorio, la ventana... Desde mi ventana veía la suya, y por tanto a él, su vida, su día a día. Si, lo admito, me quedaba mirando durante mucho tiempo. Beatrice me sacó de mis pensamientos.

-Tu madre y yo hablamos y vimos bien "aislaros", además no hay más habitaciones.- Me sudaban las manos.

-No es problema, ¿verdad Alex?- Preguntó con malicia en una media sonrisa sarcástica, lo odié antes de hablar.

-No, te preocupes.

-Bueno, te dejo deshacer la maleta e instalarte, Oliver te dará sábanas limpias, ¿vale?- Asentí.- Voy a ir a hacer la compra, ¿algo en especial?

-Creo que no.- Dije tímida.

-Bien, pues en un rato volveré. Si necesitas algo, que Oliver me lo haga saber.

Y antes de que mi cuerpo pudiera canalizar la idea de quedarnos solos, ya se había ido. Tragué saliva nerviosa, sin saber si moverme siquiera.

-Puedes quitarte la mascarilla.- Dijo tumbándose en su cama con los brazos tras su cabeza. Me la quité y decidida cogí la maleta y la puse encima de la cama para deshacerla.- Estás roja.

-No es verdad idiota. 

-¿Es mi nuevo mote?

-Es tu mote de siempre. 

-No me gusta.

-Tu te lo has buscado.

-Así que yo me lo he buscado...- Hubo una pausa.- Creo que necesitarás un apodo.- Sonrió malicioso.

-¿Cómo dices?

-Bueno, según tú yo soy "el idiota" así que no te voy a privar de tener uno tu también.

-Vaya, que considerado.

-Mmm, veamos...- ¿Esto es en serio? Tenía que ser un chiste.- No puede ser nada cursi porque eres una amargada.

-¿Amargada yo? Es fácil soltar pullitas desde lo lejos.

Y no fue esa mi intención, pero se levantó y quedó frente a mi desafiante. Me sentía pequeña a su lado, y no porque fuera intimidante, sino por la diferencia de altura, considerando que rozaba el metro 90 y yo apenas llegaba a 1'73. Bajó la mirada hacia mis ojos y sonrió de lado.

-Te llamaré enana.

-No soy enana, mido más 1'70.

-Lo dicho.- Nos midió a ambos con la mano.- Eres una enana.- Y con esto se volvió a tumbar en la cama.

-No lo soy.- Dije de brazos cruzados.

-Si que lo eres.- Volvió a sonreír de la misma manera. Cogí varias camisetas para guardar, zanjando el tema porque le prometí a mamá que no habría muertos.

-¿Dónde las puedo guardar?

-¿En el armario tal vez?- Parecía molesto ante la pregunta. Resoplé y abrí el armario, de pronto su olor me dió en la cara, y juro que se me salió un poco la baba, me había reseteado. Pero como buena orgullosa no pensaba caer.

El idiota que tanto amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora