Capítulo 9

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Me encontraba frente a la puerta del aula 2.5, agarrando las asas de mi mochila amarilla con fuerza, suspiré y entré. No estaba muy segura de lo que iba a hacer, pero algo dentro de mi quería, necesitaba, hacerlo. Visualice mi entorno buscando los ojos azules que, por desgracia, me habían vuelto una acosadora. Los encontré, bueno, más bien lo encontré a él, dibujaba en su cuaderno de tapa dura. Me acerqué decidida y me coloqué justo delante de él.

-Sabía que aceptarías.- Argumentó sin quitar los ojos del papel.

-¿Qué?

-A enseñarme arte.- Levantó su hermosa mirada hacia mi e hizo que mis mejillas tomasen un color rojizo en respuesta a su sonrisa sarcástica.

-No puedo hacer milagros.- Me defendí. El rubio quitó su mochila de la mesa contigua y me senté a su lado, lo cual me incomodaba de una manera extrema a la vez que placentera.

-No hacen falta milagros.

-Tendrás que estudiar mucho.- Dicté.

-Ajam.

-Y... Y tendrás que ir a museos.

-Entonces vendrás conmigo.- No era una pregunta, era afirmación. Tragué saliva sin dejar de mirarle.

-¿Yo? ¿Por-por que...?

-La profesora tendrá que guiarme, ¿no? - Sonrió sarcástico y lo odie por eso.

-No iré.- Dije orgullosa.

-Es inútil, ambos sabemos que acabarás accediendo, sino ¿cómo es que estas aquí sentada a mi lado?

Iba a reprocharle justo en el momento en el que la profesora entró y comenzó la clase. La mañana marchó bien, clase tras clase, teoría y teoría. Tenía la mayoría de clases compartidas con Tori e Illyak y por lo tanto, no volvía a verlo. Hoy mamá no estaba en casa así que accedí al plan de la pareja de ir los 3 a comer pizza. Estábamos sentados en los sillones de dos y dos, Tori estaba apoyada en Illyak mientras este la rodeaba con su brazo por los hombros. Yo me encontraba frente a ellos como hija adoptiva de un matrimonio funcional.

-Así que lo echó.- Sentencié.

-Si.

-Pero es lo normal, se puso a gritarle y le tiró las hojas de papel a la cara.- Argumentó mi amiga.

-Ya bueno, también pensábamos que RD iba a recibir una amonestación directa y no fue.

-Eso es cierto.

La conversación se centró entre ellos mientras los escuchaba bebiendo el refresco que había comprado. Instintivamente miré por la ventana y lo ví entrar, como no.

-Mierda.- Me escondí entre las cabezas de mis amigos.

-¿Que pasa?- Intentó mirar hacia atrás y le grité.

-¡No mires!

-¿Por que?

-Mierda, esta ahí.

-¿Quien?- Dijo por fin el castaño.

-Oliver.

-¿Oliver?- Preguntó mi mejor amiga.- Ah, ya veo, tu querida víctima.

-¿Quieres callarte?

-Pues viene hacia aquí.

-Me cago en la...

-Vaya, si estáis de reunión.- Dijo siendo amable y maldije aquel encuentro.

-¿Tu eres...?- Illyak estaba confuso, y no lo culpaba.

-Oliver.- Hizo una pausa.- Vecino de Alex.

Me miró con una sonrisa sarcástica de las suyas y noté arder mis mejillas, mi querida amiga me miró y sonrió sorprendida. Había oído hablar de él, pero no lo había visto nunca.

El idiota que tanto amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora