Era el día perfecto, el señor Knight se había ido temprano a una conferencia en Nueva York, y nosotros teníamos una excursión "obligada" para ayudar a una causa. Pero no, no iba a ir, necesitaba aprovechar la situación para investigar y entrar en aquel despacho.-No sé que te ha podido pasar.
-No lo sé, pero me encuentro muy mal.- Cerré los ojos fuertes mientras me abrazaba el estómago. Nunca me he alegrado más de haber dado clases de teatro en el colegio.
-La pobre, ¿Seguro que no quieres que nos quedemos?- Preguntó la pelinegra. Oliver me miraba como si fuera un bicho extraño extinto.
-No por favor, vosotros id. No quiero causar más de lo que estoy causando.
-¿Estás segura? Podría llamar a mi padre y...
-¡No!- Maldije.- De verdad que no hace falta. Id vosotros y pasarlo bien. De verdad.
-Bueno. Pero si necesitas algo me llamas inmediatamente.
-Si, no te preocupes.- No me gustaba mentirle, pero era por una fuerza mayor.
En cuanto salieron por la puerta y comprobé que se iban en el coche del chico, dejé mi farsa a un lado y me coloqué deprisa frente a la puerta. Estaba bajo las escaleras, cerca del cuarto de la lavandería, y a diferencia del resto de las puertas de la casa, esta parecía de un material de mejor calidad, más profesional. "Quizás aquí llevaba a cabo sus negocios". Un escalofrío me recorrió el cuerpo al pensar en eso y sin más dilación, entré.
Lo primero en lo que presté atención fue en que no hubiese ninguna cámara (los hombres como él siempre tenían vigilancia) y por eso me sorprendió no ver ninguna. Las paredes estaban recubiertas de estanterías de madera con libros de todas clases, una ventana frente a la puerta de la que entraba mucha luz y un escritorio del mismo material que las estanterías y la puerta. Parecía el típico despacho de una persona importante, con trapos muy sucios. Me acerqué a la mesa en la que reposaban varios informes guardados en carpetas marrones, papeles blancos escritos a ordenador y archivos de grosores considerables. No sabía por dónde empezar a buscar así que cogí mi teléfono e hice una foto del escritorio, tenía buena memoria pero no me quería arriesgar a que viese algo fuera de lugar y me descubriera. Una vez hecha la fotografía, comencé por las carpetas marrones ya que era lo que más curiosidad me causaba. Pero por más que leía, por más que rebuscaba entre los papeles, nada, no encontraba nada. Volví a dejar las cosas en su sitio y salí del despacho.
No podía creer que no hubiera nada, NADA. Todos los papeles e informes que había encontrado estaban relacionados con su trabajo, con Knight Enterprises y su impecable apariencia. Me quedaban pocos días en la casa de los Knight y no iba a perder más tiempo.
· · ·
-¿Qué tal ha ido todo?
-Bien, no ha sido aburrido.- Respondió Oliver, tan fantástico como siempre (nótese la ironía de nuevo) Estábamos comiendo.
-Ha ido muy bien, mi padre se va a alegrar de que todo haya estado correcto.
-Me alegro mucho.- Sonreí y continuamos comiendo.
-¿Ya no te encuentras mal?
Durante un instante, la inquietud llegó a mis ojos escondiendo el rostro en el plato, maldiciendo haber perdido el momento de actuación y seguir con la farsa. Tragué saliva y lo miré esperando que no sospechara nada.
-No, dormí un rato y se me fue pasando.- Este asintió con una mirada penetrante.
-Bueno, lo importante es que ya estés mejor ¿no?- Beatrice interrumpió en el silencio.
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El idiota que tanto amo
RomanceAlex: decidida, alegre y con un pasado que no quiere recordar. Oliver: sarcástico, egocéntrico y terriblemente atractivo. ¿Podrán convivir juntos o su pasado removerá lo que ya estaba enterrado? Historia reformada entera.