Capítulo 10

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Pasaron tres semanas desde aquel suceso tan extraño, no habíamos vuelto a hablar y si nos veíamos en el pasillo, simplemente pasaba de largo sin notar mi presencia. Llegaron las vacaciones de navidad, así con el frío, la época de sudaderas y las lluvias repentinas. ¿Y a que no sabéis que? Caí. No, no precisamente como pensáis, caí enferma del virus de moda, la mayor gripe que corría por el barrio, eso fue lo que pillé. Mi madre compró compulsivamente mascarillas, guantes, desinfectante en variedad, hidro-alcohol para manos, bolsas de plástico...

-Mamá, no tengo la lepra.- Dije rodando los ojos.

-¡Llevamos dos meses evitando esto...- Comenzó casi histérica a reprocharme que por mi culpa íbamos a tener que dejar el viaje a Colombia para ver a mis abuelos, después pasó por el dramatismo ante su miedo por contagiar a mis abuelos y acabó riñéndome.- Así que enhorabuena Alexandra.

-¿Y crees que lo hice aposta?- Mi madre se suavizó al verme enfadada. Suspiró.

-No cariño, claro que no fue tu culpa.- Fue a abrazarme pero se apartó excusándose entre gestos.

Subí a mi habitación con las dos bolsas del supermercado las cuales tenían todo lo necesario para sobrevivir a un apocalipsis zombie. Y mi madre era exagerada, si, pero por una razón la cual no culpo. Cuando era pequeña, sus abuelos y tíos morían con mucha facilidad ya que bueno... Eran tiempos difíciles y estaban más pobres que una rata. Lo achacaban a una gran gripe, así que si, mi madre cogió traumita y sabía que toda esa preocupación era por mi bien. Dejé las bolsas al lado de la puerta y me tiré en la cama, había empezado muy bien las vacaciones, "maldita sea..." Resoplé. Por suerte eran solo varias semanas, se me harían eternas, pero al menos me dejaría ver a Tori.

-¡¿Qué te vas?!- Dije a través del teléfono.

-No te me asombres, mi familia está en Colombia como la tuya Alex, ¿que pensabas?- Cierto, no se me había ocurrido.

-¿Y qué voy a hacer yo ahora?.- Daba vueltas por la habitación.

-Vale, para empezar tienes que calmarte, que no se va a morir nadie.

-Vale, lo siento.

-Eso.- Hubo una pausa.- Te traeré regalos, y podemos hacer videollamadas todos los días.

-Eso si.

-Mira el lado positivo, peor...ya no te puede ir.

Y como si el mundo la hubiera escuchado, sonó el timbre. Sin colgar, bajamos las escaleras y escuchamos como buenas chismosas a mi vecina que venía para avisar de la gripe, había dos casos más. Por dios, es solo una gripe, no la peste. Mi madre despidió a la señora Briger y corrí escaleras arriba. Terminamos quedando más tarde para hablar y me entretuve leyendo. Había pasado una hora cuando mi mamá llamó a la puerta, me puse la mascarilla y abrí, había una bandeja con comida en el suelo.

-¿Es coña?- Asomé la cabeza y la ví al final del pasillo.- Parezco presa.

-¿Qué?

-Que parezco presa.

-Tómate la sopa calentita.

-Vale.- Resoplé, todo esto me parecía absurdo.

-¿Cómo dices?

-Que val... da igual.- Recogí la bandeja y volví a entrar.

Me alegré haber pedido por mi cumpleaños un portátil, comí viendo la serie de la que estaba enganchada y acabé metida en la cama a punto de dormirme. Eran las diez de la noche cuando desperté, sin batería en el portátil ni en el móvil así que me levanté para enchufar ambas cosas y me acerqué a la ventana aun dormida. La calle estaba desierta, aunque claro, con el frío que hacía... De pronto el estómago me pellizcó y quise irme de la ventana, quise no abrirla y quise quedarme callada, pero ni en mi misma puedo confiar ya.

-Te vas a resfriar.

Se paró con la respiración acelerada por el ejercicio. Llevaba una camiseta gris la cual estaba mojada por el sudor, así como su pelo rubio no muy largo aunque faltaba poco para que le empezara a tapar las orejas. Vestía unas calzonas negras y sus deportivas. Colocó sus manos en las caderas mientras aún buscaba la voz que le había hablado. Cuando me encontró a 8 metros de alto, sonrió de lado lo que hizo que mi estómago molestase de nuevo. Tenía la sonrisa más bonita que había visto, pero no podía olvidar que era un idiota.

-Hola preciosa.

-¡No me llames así!

-¿Acaso no lo eres?- Alzó una ceja y sonrió malicioso. Mi estómago me mataba.

-Eres idiota.

-Y tu una cotilla, ¿no deberías estar estudiando o algo así?

-Estamos de vacaciones listo.

-Gracias por el piropo.- Me guiñó y ojo y maldije el efecto que tenía en mi.- ¿Es que no tienes cosas mejor que hacer que cotillear por la ventana?

-No.- "¿Por que carajos dije eso?"

-¿No?¿Y tu querida amiga?

-En Colombia.- "Alexandra, eres una bocazas"

-¿Y que haces tu aquí?

-Después la cotilla soy yo.- Intentó ponerse serio, pero no le salió.- He cogido gripe.

-¿Y te tiene encerrada ahí arriba como rapuncel? Patético.

-Mientras tu no seas Flynn Rider...- Soltó una risa ahogada.

-Ni aunque quisieras.

-Puedes dejarme, anda, vete a correr y a morir por ahí.

-Como desee la señorita cotilla.- Respondió sarcástico.- Adiós, preciosa.

Me guiñó un ojo y comenzó a correr de nuevo, le grité un "idiota" pero ya se encontraba lejos para escucharme. Era un idiota, un completo idiota... pero tenía cuerpo de dios griego, y una sonrisa perfecta, y a estas alturas estaba totalmente pillada por aquel rubio. Y me martirizaba por ello. Cerré la ventana y volví a la cama.















Hola buenas, espero que os estén gustando las nuevas actualizaciones. ¿Qué opinais de Oliver? Os leo en comentarios  😘

- carcueru~🐢

El idiota que tanto amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora