La alarma sonó a las 8 de la mañana y mientras mis sentidos volvían a la vida y mi vista se iba acostumbrando a la leve luz que entraba por la ventana, escuchaba los pasos de mi madre de un lado a otro. Me levanté y dejé las sábanas y edredón a un lado, mi cuerpo se tensó y mi piel se puso de gallina y volví de un salto a la cama. ¿Por que hacía tanto frío en la casa?
-Ah cariño, estas despierta.- Llevaba un jersey de cuello alto bastante calentito.
-Mamá, que ha pasado, hace mucho frío.
-Perdona cariño, es que he quitado la calefacción.- Hizo el amago de irse.- Ah, y el wifi, la nevera y el agua.
-¿El suelo también?
-Que graciosa.
Todo estaba en la maleta, así que abrí mi armario y cogí una de las 3 sudaderas que había dejado, unos vaqueros y mis zapatillas blancas. Me puse una cola alta y arrastré la maleta hasta la puerta principal, estaba un poco muy llena pero tenía que ir preparada para la guerra.
-Te he preparado el desayuno.
-Gracias mamá.- Comí mientras mi madre terminaba de prepararlo todo para ir a Colombia. Salimos arrastrando las maletas y metimos las suyas en el coche tras cerrar la casa. Llegaron Beatrice y Oliver a donde estábamos.
-Quería traerte esto.- Le extendió un tupper con una especie de pastel salado.- Es de hojaldre y jamón, para el camino.
-Muchísimas gracias Beatrice.- Me sorprendía la capacidad de esta para actuar tanto de madre respecto a lo joven que era. Mamá tenía razón en cuanto a ella, si que íbamos a ser amigas.
-No hay de que, y no se preocupe, los cuidare bien.
-Estoy segura.- Miré a Oliver que observaba la escena.
Llevaba una sudadera negra con capucha y la foto de uno de los álbumes de Pink Floyd, unos pantalones grises y las manos guardadas en los bolsillos de este. Calzaba unas zapatillas blancas a pesar de que acababa de salir de casa. Fui subiendo la mirada hasta que topé con sus ojos del color del mar y sentí arder mis mejillas mientras su sonrisa era maliciosa. Me había pillado en toda regla haciéndole un repaso y moría de vergüenza por caer tan bajo.
-Bueno, me voy ya o perderé el vuelo.- La abracé fuerte, nunca nos habíamos alejado tanto.
-Saluda a los abuelitos de mi parte.
-Claro que si cariño.- Nos separamos y me pasó la mano por el pelo.- Te llamaré cuando llegue ¿vale?
Asentí mientras se despedía de la pelinegra e instintivamente lo miré de nuevo, me miraba con cierta pena, pero duró apenas 3 segundos, los mismos que pensé que tenía corazón, ya que mi madre apareció en su campo visual y se abrazaron con una sonrisa. Y a mi, verlos abrazarse tan cercanos, como si fueran familia, me trasladó a un futuro, quizás a un presente paralelo, en el que el idiota y yo estábamos juntos. Salí de mi trance en cuanto mi madre se acercó para el coche, se despidió con la mano, entró arrancó y sacando la mano por la ventanilla se fue.
-Bueno, creo que será mejor que entremos, me estoy congelando.- Dijo la chica abrazando sus brazos por encima del jersey beige.
Comenzó a andar y la siguió su hermano. Seguí a ambos arrastrando la maleta mirando como el coche se alejaba más y más hasta que desapareció al final de la calle. Entramos en casa y el calor del hogar me dio en la cara. Había entrado en la casa de la señora Chester muchas veces, pero la diferente decoración hacia de esta una casa totalmente distinta. Las paredes blancas daban iluminación, y la decoración en tonos grises, azules y verdes daban la sensación de una casa moderna, aunque el toque de la señora Chester se podía ver en las lámparas de cristal y en las puertas de madera vieja. Cualquiera que escuchase esto diría que es la peor mezcla de estilos que puede haber, pero al verlo en persona, parecía todo lo contrario.
-¿Te enseñamos la parte de arriba?- Interrumpió mis pensamientos y asentí.- ¿Te gusta? La decoración es parte mía.
-Es muy bonita.
-Lo dice por quedar bien.- Escupió el rubio.
-Es bonita de verdad.- Le eché una mirada penetrante y contuvo una risita.
-Gracias Alex.- Fulminó con la mirada a Oliver y este ni se inmutó.- Vamos arriba.
-Claro.- Intenté coger en peso la pesada maleta, pero me interrumpió.
-No te preocupes, Oliver la sube.
-¿Y por que carajos iba a subirla?
-Porque te lo digo yo.- Hubo una pausa.- ¡Oliver!
-No te preocupes, la puedo subir yo...
-Ni hablar, la subirá él por dárselas de imbécil.
-¿Imbécil yo?
-¿Siempre sois así?- Se me escapó decir y ambos me miraron, antes de echarse a reír.
-Si, lo siento, cosas de hermanos. Sigamos.- Comenzamos a subir y el rubio cogió la maleta.
-Dios Santo, ¿pero qué llevas en la maleta, piedras?
Intenté reprimir una risa ante su comentario y noté como me miraba sonriendo. Mi estómago me molestó y volví a odiar y amar aquel sentimiento. Aun no estaba poreparada para todo lo que iba a pasar y que sin saberlo había desencadenado desde el instante en el que entré por aquella puerta.
Espero que estas nuevas actualizaciones os estén gustando. Solo deciros que no os confiéis, las apariencias engañan... Y en todos los sentidos.
- carcueru~🐢
ESTÁS LEYENDO
El idiota que tanto amo
RomanceAlex: decidida, alegre y con un pasado que no quiere recordar. Oliver: sarcástico, egocéntrico y terriblemente atractivo. ¿Podrán convivir juntos o su pasado removerá lo que ya estaba enterrado? Historia reformada entera.