Mi nombre es Neia Baraja, soy una escudera del ejército de liberación del Reino Santo.
No soy especial, personalmente no me destaco en nada más que en mi forma de ser.
Silenciosa y muy poco social, no me gusta hablar con muchas personas y suelo estar sola casi siempre.
Debido a mis ojos, no tengo amigos y los pocos que tuve alguna ves. Murieron a causa de la guerra que llegó hace ya unos meses.
Mi vida cambió para siempre cuando escuché las campanas de la ciudad y salté de mi cama para vestirme, tomé mi espada y junto a mis compañeros.
Formamos en el patio de la guarnición de mi ciudad asignada, en la capital del Reino Santo.
Cuando los otros 49 escuderos y yo nos formamos en el extenso espacio de tierra seca y piedra.
Pudimos ver la torre de la gran campana ser impactada por algo y como los paladines en la misma gritaban antes de tocar la tierra.
El temblor nos hizo tropezar y un torrente de emociones me consumió viendo el cadáver de uno de esos hombres a un metro de mi.
Pude ver sus entrañas, huesos y carne expuesta antes de notar que estaba bañada en sangre.
Me sorprendió no gritar, no lloré o me asusté. Solo mire mi mano manchada de sangre a medida que los gritos me hicieron reaccionar.
Después de eso, mis recuerdos son algo borrosos. La batalla por la capital duró apenas 2 horas o menos, pero pareció una eternidad.
Cada segundo caía uno de mis compañeros, escuderos, soldados, guardias y paladines masacrados en las calles.
Los demonios aparecieron dentro de los muros, atacando a todo ser que veían.
Había cadáveres en cada camino, edificio y lugar que viera.
Era el infierno en la tierra y pude verlo con mis propios ojos, no se si fue por mi entrenamiento o mis sentidos heredados por mis padres.
Pero no me traume en comparación con muchos de los escuderos supervivientes, la batalla estaba perdida desde un inicio y solo cuando recibimos la orden.
Nos retiramos de la capital que calló en manos del enemigo, tratamos de evacuar a todos los civiles que pudimos.
Pero había demasiados, jamás olvidaré el rostro de la gente del otro lado de las puertas de la ciudad.
Mientras los soldados del ejército cerraban estas para que los demonios no llegaran a nosotros.
Sacrificaron a cientos para salvar a miles y los paladines, los defensores de la justicia y el honor en este mundo.
No hicieron nada, no reprendieron a esos soldados y ni siquiera les dieron un castigo.
Solo les agradecieron a medida que los miles que logramos huir al exterior de los muros, huían en desbandada tratando de alargar sus vidas y muchos lo lograron.
Desearía poder decir que todos, pero no fue así. Los demonios nos cazaron por días, buscando, capturando y llevando a muchos a la capital.
Nos escondemos en cuevas, árboles, casas abandonadas y demás lugares.
El impacto en la moral del pueblo y en el ejército fue tal, que cuando estuvimos asalvo en la cueva que se volvió la base del ejército de liberación.
No tardo ni un día en surgir peleas internas por ver quién tenía la culpa.
Mientras algunos culpaban a la orden paladina, otros acusaban al sacerdocio y unos pocos a la Reina Santa.
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Overlord: La Arquera De Ojos Asesinos
FanfictionPerdió todo y a todos, siendo la ultima de los Baraja. Su padre, madre, familiares y amigos. Todos muertos por la guerra contra el Rey Demonio jaldabaot que ahora gobernaba su tierra natal. En esta época cruel y sangrienta para su pueblo, la persona...