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–¿Te cambiarás ahora? Puedo salirme –dijo desde la esquina de la habitación.

Tal vez, ahora era mi turno.

–Podrías ayudarme –sugerí. Sonrió de lado, luego miró la cama e hizo esa cosa con la punta de su lengua en su labio. Demonios...se acercó metiéndose entre mis piernas y alcé la mirada, viendola embobado.

–No te recomiendo decir cosas que no podrás cumplir cielo –dijo. Tome sus caderas y la senté en una de mis piernas.

–¿Crees que bromeo? –pregunté y puse una mano en su muslo expuesto. Ella sencillamente sacaba un lado que no conocía de mi mismo. Sonrió y dijo;

–Soy yo la que no está jugando –me quitó el saco y empezó a desabrochar mi camisa, hasta que botón por botón me la quitó completamente, se metió en mi cuello y dejó un beso mojándome con su lengua la piel –Continúa tú solo, no me creo capaz de desabrochar tus pantalones sin querer hacer algo más... –susurró en mi oído, trague grueso ante el cosquilleo y ella se levantó saliendo de la habitación.

Me tumbe en la cama un momento antes de ir a darme una rápida ducha fría, esto era lo que causaban esos "juegos" que últimamente tenía con ella. Una ducha fría. Al salir la encontré sentada en el sofá.

–Te ves bien –dijo sonriendo al verme.

–Si, deberías venir a escoger mi ropa más seguido.

–Preferiría venir a quitarla –dijo mirándome las piernas.

–¡Laura! No empecemos otra vez –dije reprendiendola y ella sonrió.

Los demás llegaron y fuimos al garaje, nós sentamos todos juntos y al igual que en el cuarto quise que se sentara en mis piernas. Me gustaba rodearla con los brazos y sentir su aroma en mi rostro. Estaba pasándola realmente bien con todos cuando ella revisó su celular.

–¿Qué es? –pregunté.

–Liam, ya debo irme –se levantó y yo bufé con desagrado –Bueno chicos, fue un placer estar con ustedes. Ya me voy –les dijo a todos.

–¿Te vas ya? pensé que te quedarías más –dijo Mark

–No, prefiere irse con el estirado de Liam –dije yo y Laura estalló en risas. Termino de despedirse y salí a acompañarla rápidamente.

–Diviértete –dijo dándome un beso cuando habíamos llegamos.

–Tú también –dije entre dientes y ella entro riendo a su casa.

Regrese al garaje y me tumbe junto a los chicos. Mis papás habían llegado pero ellos no solían interrumpirme. Empezamos a ver películas como locos, bromeabamos y nós comimos todas las golosinas que tenía. Siempre la pasé bien con mis amigos pero ahora con las chicas, se sentía mucho mejor.

–Tengo hambre –dijo Rebecca.

–Yo también ¿Pedimos algo, cocinamos o qué hacemos? –hablo Jessica.

–¿Cocinar? No, la última vez que lo intentamos incendie todos los pañuelos de cocina –dije yo riendo ante el recuerdo, al igual que mis amigos quienes habían pasado el susto conmigo.

–Entonces, ¿pedimos hamburguesas? –dijo David levantando las cejas dejando claro que eso era lo que quería comer. Todos asentimos e hicimos el pedido. Al rato llegó el repartidor y ellos fueron a la puerta mientras Emma y yo desocupabamos la mesa.

–¿No te ha escrito Laura? –me preguntó.

–No, supongo que debe estar muy entretenida.

–¿No te molesta? Que se haya ido a una fiesta, en casa de Liam –enmarcó con fuerza la última parte.

–Ellos son amigos al igual que todos nosotros. A demás, yo también estoy pasando el rato con ustedes ahora ¿lo olvidas?

–Supongo –dijo encogiéndose de hombros.

¿Supongo? ¿Qué quería decir? Antes de poder preguntar llegaron los demás y nos pusimos a cenar. Ya entrada la noche, las fuimos a acompañar a la casa de Emma donde ellas se quedarían.

Le había dejado un mensaje a Laura, pero ni siquiera lo había visto. Nos estabamos regresando cuando recibí una llamada. Su llamada.

–¿Hola? –hablé.

–Hola cielo, acabo de ver tu mensaje –dijo y a lo lejos se oía una música. Aún estaba allá.

–¿Cómo la estás pasando? –pregunté caminando.

–¡Es una mierda sin tí! –espetó con fuerza haciéndome reír.

–Quisiste abandonarme –dije fingiendo que mi corazón no brincó con su comentario. Escuché su risa del otro lado.

–Hablas como si te hubiera dejado.

–Espero que eso nunca pase, de lo contrario estoy seguro que me sentiré realmente mal si lo haces –dije mirando el cielo nocturno.

El verdadero brinco de mi corazón, llegó con lo siguiente que dijo;

–Cielo, no planeo hacerlo...

****

Una semana, una semana en que no supe de ella, ni la vi ni hablamos y de verdad la extrañaba. Podrían pensar que soy un exagerado, pero después de haber estado con ella por meses, viéndola todos los días en el instituto y aquí en mi casa. La extrañé de verdad. Lo último que me había dicho es que ella y sus padres se fueron de viaje unos días, tal vez llegue pronto. Le había preparado un regalo y estaba ansioso por dárselo y ver su reacción. Hoy sábado, después de ducharme me acosté, amaba dormir durante la tarde.

No sé cuánto tiempo dormí, pero lo hice profundamente y como un bebé. De repente, escuché a mi mamá tocando la puerta y diciéndome que me levantara. Lo hice con pereza y me lave los dientes antes de bajar. Al hacerlo, escuché risas en la cocina, entre y ahí estaban los padres de Laura ¿En que momento llegaron?. Los salude y eché un vistazo ¿dónde está ella? Mi mamá llegó a mi lado mirándome con los ojos entrecerrados y me dijo bajito;

–Está en el garaje, no quiso que te despertara –sí, mi mamá sabía leer mi mente. Sonreí y fui al lugar. Al entrar, la luz estaba apagada, solo con una pequeña lámpara encendida y no vi su silueta por ningún lado, hasta que me acerque al mueble. Estaba acurrucada, cubriéndose con su chaqueta. Dormida.

Sonreí y me senté frente a ella sin hacer ruido. La admire, hasta dormida lucia perfecta, miré sus facciones; su nariz perfilada, labios finos y barbilla marcada. Se removió un poco y pude ver que abrió lentamente los ojos. Le sonreí.

–¿Cuanto llevas ahí? –preguntó con voz ronca.

–No, ¿Cuanto tú llevas aquí? –lo devolví.

–No mucho.

Nós miramos un segundo más y me abalancé sobre ella abrazándola.

–Te extrañé tanto –dije desde su hombro.

–Y yo a tí.

Saqué mi rostro de su cuello y besé sus labios, los cuales me recibieron enseguida. Tan suaves. Al apartarme dije;

–Tengo algo para tí.

Sonrió.

–Ese algo ¿se come? –preguntó.

–No es comida –informé.

–No hablaba de comida –dijo sonriendo mirándome de forma sugerente.

Esta mujer...

Me reí y tome su mano sacándonos de ahí.

NO ERES LO QUE CREÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora