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Estuve un buen rato afuera, mire el paisaje desde la azotea y muchos recuerdos inundaron mi cabeza, pensaba en todo lo que tuviera que ver con Laura, porque aunque claramente este es el final que merecía, aun la quería.

Baje y al llegar a la punta de las escaleras, la vi junto a Liam, Vianca y David, bromeaban sobre cualquier cosa y la hacían reir a carcajadas, la observé, no tienen idea del tiempo que tenía sin ver esa sonrisa y eso estremeció por completo mi corazón.

Y entonces tuve un fuerte anhelo, quería eso de vuelta, quería hacerla reír así, estar a su lado de la forma que ella quisiera y eso me llevo a un pensamiento.

"Me rehuso"

En ese momento en específico, me rehusaba a dejarla ir, me rehusaba a que terminara así, sí, fuí un completo cobarde, pero no volvería a ello jamás.

–Me rehuso a perderte...–le susurré a lo lejos.

Ella merecía a alguien con su mismo coraje y valentía, lo sé, pero si no quería que encontrara eso en alguien más, yo debía mejorar. ¡Yo debía convertirme en ese alguien! Porque esa chica lo valía.

Y eso haría a partir de ahora, me mantuve distanciado todo el rato y mientras más la veía sonreír, más se reafirmaban mis ganas de recuperarla. Lo cierto es que no tenía un plan detallado o específico tan siquiera, solo podía pensar en la frase que me dijo una vez;

"No se supone que deberías conquistarme antes de proponerme un noviazgo"

Sonreí.

En el instituto me encontré con David y le entregue una pequeña cajita.

–Necesito que la pongas en el casillero de Laura, por favor –le supliqué susurrando mientras caminábamos.

–¿Por qué no se la das directamente? –preguntó en un susurro también.

–Porqué no la aceptará –dije lo obvio.

–¿Es un plan de reconquista? –preguntó alzando las cejas, la tomó y habló mirándola –No creo que funcione amigo, pero te ayudaré, cuenta conmigo –me dio una palmada en el hombro y se fue.

La puso "discretamente", fuimos a ver clases y a la hora del almuerzo, iba saliendo cuando me jaló a una esquina.

–¿Que rayos? –pregunté.

–La está abriendo –dijo señalando a una dirección.

La seguí con mi vista y efectivamente Laura estaba abriendo la cajita, no mostró ninguna emoción, solo la miró y la guardó siguiendo su camino.

–Tal vez no le gustan las rosas –dijo él.

–¿La revisaste? –dije dándole en la nuca.

–¿Qué? Debo asegurarme de la mercancía –bufé.

–Idiota –lo insulte.

–Mejor pensemos en algo que le guste a Laura –dijo.

Segundos después, nos vimos la cara y hablamos al unísono.

–¡Comida!

*****

Y así lo hice, cada día le dejaba un detalle con alguna nota en su casillero, más sin embargo nunca quise firmar con mi nombre, no aún. Alguna de las cosas que le dejaba se las daba a Vianca, excepto las que yo sabía que le gustaban, esas sí las comía ella.

Hoy le dejé unas galletas de chocolate envueltas en papel negro con corazones azules, sus colores favoritos, y una pequeña nota que decía;

"Te ves muy hermosa hoy, espero que tengas un buen día"

NO ERES LO QUE CREÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora