23

215 22 0
                                    

En la madrugada los que quedaban nos invitaron a pasar. Ya en la sala, todos nos sentamos formando un círculo. No eramos muchos.

–Bien, ¿Jugamos? –dijo Jackson tomando una botella vacía, la puso en medio y le dio vueltas. El juego comenzó y varias parejas se empezaron a besar. Primero un chico y una chica, después dos chicas, después dos chicos, esto era un caos. Todos reían. Un rato después, la botella me apuntó a mi y a una chica que tenía delante. Me negué.

–No lo haré –dije.

–Beso, beso, beso, beso –empezaron a gritar todos de repente, miré a Laura, no dijo nada, solo se encogió de hombros. Me estaba diciendo que no le importaba, pero yo no quería hacerlo.

–No haré eso –me negué otra vez.

–¡¿Pero por qué?! –me preguntó exasperada la chica.

Levante mi mano, la que estaba entrelazada con la de Laura mostrándosela. Dándoles a entender con ese gesto que estaba con ella. Todos dijeron "Buuuu" y nós reímos.

–Teniendo a Laura quién querría besar a otra chica –dijo otra que estaba en la esquina.

–Lo besaré por tí –le dijo Laura a la chica que me había tocado y dejó un beso en mis labios –Este chico es mio... –les avisó a todos.

Después jugamos 7 minutos en el paraíso y como sabían que no jugaríamos con nadie más fuimos los primeros en ser lanzados al pequeño armario. El espacio era demasiado pequeño, nuestros cuerpos se tocaban, me sentí demasiado nervioso. Trague con dificultad.

–Tranquilo, no tenemos que hacer nada –me dijo.

–Estás muy hermosa –Se rió.

–Me lo has dicho como cuatro veces –dijo. Acerqué mi rostro al suyo.

–¿Cuando podré decir lo mismo? –le pregunté pegando mi frente ala suya.

–¿El qué?

–"Esta chica es mía" –susurré, de verdad lo quería.

–Cuando quieras –susurró también.

Uní nuestros labios en un beso suave pero preciso, ella empezó a devorar mi boca de una forma que ahora fui yo quien quedó sin aliento. Mis manos bajaron y tocaron su voluptuoso trasero. Lo apreté y mordí sus labios a la vez. Su jadeo me hizo reaccionar y quite mis manos asustado.

–Lo siento, de verdad, no quise –me disculpe rápidamente y ella se rió de mi, su celular sonó y era su papá que nós esperaba afuera. Nós fuimos de ahí y al llegar a mi casa, su padre me pidió agua, Laura entró conmigo y cuando le di el vaso me dijo;

–Lucca, la próxima vez no te disculpes y toca lo que quieras... –me dio un beso fugaz en los labios –Adiós cariño.

Mi corazón se aceleró.

Y mi cuerpo se estremeció.

Así pasaron varias semanas, nós veíamos en el instituto y en las pequeñas enseñanzas de inglés. No puedo mentir, Liam a veces no era tan irritable, pero en más de una ocasión Laura nós regaño por andar de insoportables.  Y desde aquel día no se me salían un par de palabras de la cabeza, me daban demasiadas vueltas. Me acostaba y pasaban fugaces en mis pensamientos.

"Este chico es mio"

"La próxima vez no te disculpes y toca lo que quieras"

Me enloquecía, ya todos en el instituto nós habían visto juntos. No había nada que ocultar pero aún no sabía qué decir cuando me preguntaban "¿Que son ustedes dos?" porque sí, muchos chismosos se me acercaban a preguntarme esas y muchas idioteces más. Hoy sábado, estaba en el garaje con los chicos como de costumbre y al rato llegaron las chicas, excepto Laura. Cuando ellas llegaron quisieron jugar videojuegos con nosotros así que empezamos a buscar los demás controles, ya que casi no los usaba no sabía donde estaban. Parecíamos dementes desordenando todo.

–Aquí están –dijo Emma quién se había montado sobre una silla para revisar en las repisas de arriba, llegué hasta ella y los tome pero cuando se estaba bajando se enredó con sus cordones y para que no caerá al suelo, la tomé y me interpuse. En un abrir y cerrar de ojos, estaba tirado en el piso con Emma encima de mi. La miré y estalló en risas, todos se empezaron a reír también hasta yo mismo. No sabía qué era tan gracioso pero estaba en plena crisis de risa, no podía parar.

–¿Estás bien? –le preguntó Jessica a Emma.

–Si, Lucca amortiguo bien mi caída –dijo riendo.

–Para algo tenía que servir tanta grasa –me burle de mi cuerpo y todos rieron junto a mi. Fue un chiste cruel pero la verdad.

–Ya sabemos a quién llamar en estos casos –dijo David. La risa no me dejaba moverme

De repente todos se callaron y miraban a la entrada. Volteé yo también.

Laura acababa de entrar y miraba la escena con una ceja alzada.

–Perdón...¿Interrumpo?.

NO ERES LO QUE CREÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora