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Días después, el sábado la invité al cine. Quede en verla en la entrada, estaba esperando ansioso y nervioso. No la había visto desde aquella noche en el garaje, yo llevaba un jeans negro con zapatos a juego y una sudadera azul cielo, como los ojos de ella. Estaba mirando a todos lados hasta que mi hombro fue tocado. Me volteé y ahí estaba ella, sonriente. Me quedé boquiabierta por un segundo. Iba en un short alto ajustado negro, un suéter corto rosado y botas negras. Su figura lucia espectacular y su cabello iba con ondas como las mías. Sencilla, pero hermosa.

–Estás...preciosa –dije.

–Tú también –contesto sonriendo.

Sonreí y me incline dejando un beso en sus labios, los había extrañado. Al apartarme no pude evitar notar que llevaba el collar que le regalé, me sentí feliz. Tome su mano y nós adentramos. Vimos la película tomados de manos y bromeando silenciosamente. Después, fuimos a mi casa ya que en la tarde irían los chicos y queríamos reunirnos antes de regresar al instituto. Cuando llegamos, todos ya estaban en el garaje.

–¡Por fin! –exclamó David cuando ella y yo entramos tomados de manos.

–¡Oh por Dios! Ella parece una barbie –exclamó ahora Jessica y sonreí mirando orgulloso a Laura.

–Toda una muñeca –dije dejando un beso en su mejilla y yendo a los chicos, ella se sentó en un pequeño mueble y yo a su lado –¿Y bien? ¿Qué hacemos?

–No sé –dijo Rebeca sin ideas.

–¿Que tal si jugamos esa cosa de seguir los pasos que te muestra la pantalla? –sugirió Ángel y todos estuvimos de acuerdo.

Nós dividimos en grupos de dos; Ángel con Emma, David con Rebeca, Mark con Jessica y yo con Laura. Pasamos toda la tarde en eso, hubieron varios tropezones y pisadas pero muchas risas.

Al final, ganaron Mark y Jessica y celebraron como si hubiesen ganado una copa mundial.

–¡Capullos! Solo ganaron porque yo quise –dijo David sin aceptar su derrota.

–Cierto, también por esto –señale mi cuerpo –La grasa no me dejaba moverme bien –dije en el mismo tono que mi amigo. Yo no era gordo, pero si rellenito. Laura rodó los ojos y me susurró sugerente en el oído:

–Sé en algo en lo que te mueves muy bien –me avergonce enseguida y ella se rió –Tu cuerpo es lindo –dijo lo último en voz normal y dejó un pico en mis labios.

–Dices eso porque te gusta –dijo Mark molestandonós

–¡Por supuesto! ¿Acaso a alguien más aquí debe gustarle? –replicó ella y sonreí.

En ese momento Emma se levantó acomodando sus lentes nerviosamente.

–Iré por mas refresco –hablo saliendo

Por un breve segundo, creí verla sonrojada.

En la noche, nos pusimos a debatir qué pedir para cenar y como aquí nadie estaba a dieta terminamos comiendo unos Hot Dogg, sí, comida chatarra otra vez. Después, cada quién se fue a su casa y la última que quedo fue Laura ya que sus padres vendrían.

–¿Jugamos ajedrez? –propuse en la espera.

–¿Cuando aceptarás que te gané?

–¡Nunca! No hay mejor jugador de ajedrez que yo en el instituto –dije orgulloso.

–Había –corrigió ella y yo rodé los ojos.

–Bueno, soy yo el que ha ganado los torneos hasta ahora –dije buscando el tablero en el estante y colocándolo en la mesa.

–Porque yo no había llegado –corrigió de nuevo –Te enseñaré como se juega de verdad.

–Yo te enseñaré a tí –desafíe también.

Nós sentamos frente a frente y empezó la guerra. Nós tomábamos nuestros momentos para pensar, yo parecía explotar las venas en mi cabeza mientras ella estaba completamente relajada y confiada. Al principio todas las de ganar estaban de mi lado, y estuve a punto de hacerlo pero...

–Gané –dijo de repente.

–¡¿Qué?! ¿En qué momento? –dije perplejo. Me lo mostró, lo revise una y otra vez, simplemente no lo podía creer. Su jugada no tenía ninguna falla y yo había sido descuidado por un solo movimiento. ¡Uno solo!

–Touche –se burló de mi sonriendo. Bufé –¿De verdad nadie antes te había ganado? –preguntó sentándose a mi lado.

–Ujum, los chicos que me acompañan a los torneos son muy buenos, ahí están Mark y Ángel también. Pero siempre me dejan dar el golpe final. Deberías unirte, antes de las vacaciones de verano habrá un juego. Es un instituto con el que nunca antes hemos competido así que nos vendría bien tenerte. Eres una genia –le dije.

–Si eso quieres –concedió.

–Si, te inscribiré y como prueba jugaras con cada uno.

–Esta bien –aceptó sonriendo y se acercó acurrucandose en mi pecho y enseguida la rodeé con el brazo.

Estuvimos en silencio un rato, solo abrazados. Baje la mirada a ella y noté que se había dormido.

–Te amo Laura...siempre lo hice.

De verdad sentía que lo hacía, no, de verdad sentía que siempre lo hice. Simplemente que antes era un niño y no lo entendía, pero estaba más que seguro de lo enamorado que estaba de está chica.

Después de un rato, empezó a removerse y despertarse. Levantó la mirada y esos ojos azules miraron los míos.

–¿Hace cuánto me dormí? –preguntó frotando sus ojos, una imagen demasiado adorable para mi.

–No mucho.

–¿Mis padres no han llegado?

–Creo que sí, me pareció oírlos hace un rato.

Asintió pero no se salió de mi regazo, al contrario, se acomodó aún más y yo la recibí gustoso.

–Eres muy cómodo.

–Que alivio –dije sarcásticamente sonriendo –Odiaría que la chica más hermosa que he visto me considere "Incómodo" –se rió suavemente y yo continúe –Veo que llevas el collar.

Ella sonrió y lo tomo acariciando la pequeña estrella.

–Lo llevaré siempre –me miró e hizo una promesa –Hasta que deje de quererte...

–¿Será como un especie de aviso? –pregunté y ella asintió –Me parece bien, aunque espero que eso no pase en mucho tiempo.

–No lo hará –se acomodó, acercó sus labios a los míos y los besó suavemente –Te quiero Lucca... –dijo sobre estos.

Uno de dos...

Me devolvió el primer "Te quiero"

Solo quedaba el "Te amo" pero yo esperaría paciente por ello.

La estremecida que dio mi corazón enamorado fue grande. Ella alteraba todo de mi, pero de una buena forma.

–No más que yo a tí –dije mirando sus pequeños cielos.

–Lucca hay algo que debes saber –dijo seria de repente y apartándose de mi. Me alarmé –Tengo hambre –dijo haciendo un puchero.

Me reí.

–¡Me asustaste! Vamos, veamos que puedo prepararte –dije tomando su mano para llevarnos a la casa.

–Espera –me dijo deteniéndome en la puerta, me pego a la pared y me besó rudamente, mordiéndome y dejandome sin aliento –Ahora sí, vamos –se apartó y está vez fue ella quien me tomo sacándome de ahí.

Esos labios, me dejaban aturdido.

NO ERES LO QUE CREÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora