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–¿Qué? –pregunté con muy poco valor y muchísimo temor.

–Cuando llegué a esta ciudad iba mucho a la tienda de conveniencia de la esquina del instituto y me hice amiga del dueño. Liam apostó a que a mi sí me dejaría sacar alcohol y cosas para una fiesta, esa fue la estúpida apuesta –se detuvo un segundo y peino su cabello hacia atrás con su mano sin poder creerlo.

Me sentía tan...imbécil. No dije nada, no podía, solo agache la cara.

–Perdí la cuenta de las veces que te busque para resolverlo, perdí la cuenta de las veces que te pedí que lo habláramos ¿Y tú que hacías? ¡Me dabas el culo en lugar de la cara! Y si escuchaste eso tú deber era preguntármelo a mí, no salir corriendo a llorarle a tus amigos ¡Eres un cobarde! –me soltó con odio, se acercó y tomo mi barbilla haciendo que la mirara, sus ojos estaban cristalizados y miró fijamente los míos –Debiste escucharme, ¡Y en lugar de eso en menos de quince días ya andabas viendo luciérnagas y besándote con Emma! –lágrimas corrieron por sus mejillas al igual que las mías, pero las de ella eran de rabia –Quién por cierto tampoco espero mucho para lanzarse al ex de la que se supone era su amiga –dijo mirando a Emma de la misma forma –¿Qué? ¿Creyeron que nadie me lo diría o que nadie los había visto? De todas las personas te demostré a tí sobre todo que no me ando con caretas, me decepcionaste –dijo volviendo a mirarme y me soltó.

–Laura, cuánto lo siento. Yo–

–Jódete Lucca –rugió

–¿Por eso fuiste a mi casa a preguntarme? –Escuchamos detrás. Volteamos y ahí estaban todos los chicos, Liam se dirigía a Emma.

–¿De qué hablas? –le preguntó Laura.

–Emma fue a mi casa y me preguntó si tu y yo habíamos hecho alguna apuesta, se lo comenté pero, no pensé que tenía que ver con todo esto –explicó Liam.

Miré a Emma.

–¿Lo sabías? –pregunté en un susurro.

Sus ojos se aguaron.

–Yo, no siempre, déjame explicarte –dijo.

No puede ser.

Volví mi vista a Laura, ella miró a Vianca, sonrió y secó sus lágrimas bruscamente. Después habló mirándome fijamente de nuevo;

–Vaya, ¿Ahora quién no es lo que tú creías? –dijo con ironía –Sabes, deberías quedarte con ella. Es igual de patética que tú.

Soltó con desprecio, su mirada era tan letal como sus palabras.

–Larguemonos de aquí –le dijo a Vianca y ambas dieron media vuelta.

–Lo siento viejo –me dijo Liam pasando a mi lado siguiéndolas junto a Emili.

La había cagado, arruiné todo.

No sé cuánto tiempo me quedé ahí inmóvil. Sumergido en la miseria que yo mismo creé.

–Lucca, yo –quiso hablar Emma.

–Ahora no, por favor –supliqué interrumpiendola.

Me senté en la acera, sintiéndome completamente imbécil. Mis amigos se sentaron alrededor, no decían nada, no hacia falta. Laura había dejado todo claro. Solo agache la cabeza y sentí una mano ir de arriba abajo en mi espalda. Dándome consuelo. Saqué mi celular y textee a mi madre que viniera a buscarme, un rato después su camioneta se posó en mi vista. Les dije que ellos podían quedarse pero insistieron en marcharse también. El trayecto fue completamente silencioso y al llegar cada quién se marchó a su casa, al entrar en la mía sabiendo que mi mamá diría o preguntaría algo subí corriendo a mi habitación encerrandome de una vez.

Me hundí en la cama, me tapé con las almohadas y por fin dejé salir lo que había retenido todo el rato. Mi cuerpo seguía temblando, mi corazón estaba más que acelerado, mis mejillas se inundaron enseguida empapando las fundas y ni hablar de lo mal, idiota y miserable que me sentía. Mil veces peor que la otra vez, ahora sí, me sentía como la mierda.

Me había ahogado en un vaso de agua yo solo, todo siempre estuvo en mi cabeza. Había sentido todo eso en vano y la había lastimado, eso último era lo único que dolía en realidad.

Recordé la expresión que puso cuando lo terminé, sus palabras inundaron mi cabeza "Bueno, no soy yo quién lo esta terminando sin razón" todas las veces que me preguntó a qué me refería o de qué hablaba para el caso, joder, ella no se había hecho la tonta, no sabía en realidad. Las veces que lo quiso arreglar, las veces que me buscó para hablar, la vez que todos se interpusieron mirándola como si fuera una villana. La habíamos juzgado sin razón y mientras más lo pensaba, peor me sentía. No me quería imaginar tan siquiera cómo se había sentido. Si terminarlo por "una razón" dolió, que decir sin una. David tenía razón, David siempre tuvo razón.

Y entonces un recuerdo retumbó más fuerte en mi mente, unas palabras que estremecieron mi ser en verdad.

"Quise intentarlo una última vez..."

No, no, no, ¡No! debí hacerle caso a mi pecho esa vez. Debí ir tras ella como habían querido mis pies, debí hacerle caso a esa advertencia, yo lo presentí pero lo ignoré.

Hoy Laura dejó las cartas sobre la mesa y dijo lo que me merecía.

Solo espero que algún día pueda perdonar mi estupidez.

******

Días después, estaba en el garaje cuando mi mamá me gritó desde el otro lado, "Hijo, te buscan" así que salí, y en la entrada me encontré a Emma, si, algo más que debía enfrentar. Le hice señas y ambos entramos al garaje.

–Lo siento Lucca –dijo cuando ya estábamos sentados –Debí decirte a penas me enteré pero yo simplemente no pude, no me atrevía. Discúlpame.

–¿Fue antes o después del campamento? –pregunté mirando a la nada.

–Antes, poco antes, perdóname, fue muy egoísta y malo de mi parte. Tal vez si te lo hubiera dicho-

La interrumpí.

–No hagas eso, no te estoy culpando así que por favor no lo hagas tú, y menos de algo que claramente fue mi error. Aunque si me hubiera gustado que me lo dijeras, yo también actúe mal –me levanté –Me equivoqué con ella y contigo también, dejémoslo hasta aquí por ahora por favor.

Me levanté y fuí a mi cuarto, había pensado bastante en ello y aunque al principio me enojó, no tenía sentido culpar o desquitarme con Emma cuando el error más grande lo cometí yo. Pasó el tiempo y sus padres fueron a mi casa muchas veces pero no había rastro de Laura, simplemente no volvió a pisar mi casa. Así pasaron cuatro meses, cuatro meses en los que no la vi, en los que no me atreví a buscarla o molestarla, quería darle su espacio a pesar de que la culpa no me había dejado en paz en todo este tiempo, los chicos tampoco se le habían acercado, supongo que estaban igual de avergonzados que yo. Tampoco es como si quise salir de mi habitación en todas las vacaciones, me rehusaba, pero ya no podía escapar más. Las clases iniciarían de vuelta.

Me encontré con los chicos y nós fuimos juntos al instituto, tenía los nervios de punta y no precisamente por el nuevo y último año escolar, si no porque la volvería a ver. No la había visto desde el baile y eso no había terminado bien. El recuerdo de sus palabras y mirada aún me hacia estremecer.

Nós encontramos con las chicas, Emma me asintió en saludo y yo igual, tampoco la había visto a ella desde que había ido a mi casa a disculparse y evidentemente no seriamos los mismos de antes. Miraba a todos lados como un ventilador buscándola.

–¡Cálmate ya! Notaremos enseguida cuando llegue ya lo verás –me seguro Ángel y tenía razón. Minutos después empezaron a murmurar "Llegó Laura" y literalmente todos mirábamos a la entrada, pero no entró la Laura que esperaba.

NO ERES LO QUE CREÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora