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Emma se levantó rápidamente y yo la seguí. Joder.

–No, no pasa nada solo me caí y él me ayudo –explicó Emma.

–Si, cielo. Solo fue un accidente –dije igual de rápido.

–No pedí explicaciones, pero gracias –dijo como si nada –Solo vine a traerte esto –me dejó un libro en la mesa –El Lunes les haré una mini prueba de inglés. Así que échale un vistazo. Diviértanse.

Sin más que decir salió del lugar, miré a los demás.

–¿Por qué no me dijeron que estaba ahí? –les reclame poniéndome mi suéter para ir tras ella.

–Tampoco la vimos –dijo David.

–Si, a demás con tanta bulla quién iba a oírla entrar –dijo Mark también. Suspire y salí.

–Mamá, ¿Dónde está Laura? –le pregunté ya que fue a la única que vi en casa.

–Acaba de salir hijo. Iba con prisa –me señalo la puerta y salí a buscarla. Sí, no actuó de mala forma ni nada pero si fuese al revés, yo me habría cabreado y bastante. La encontré caminando a la salida de la residencia.

–Laura –la llamé pero no volteo, mierda. Llegué hasta ella y la tomé del brazo. Se asustó mucho.

–¡Jesús! Que susto me diste –dijo quitándose sus auriculares. ¡Ah! los llevaba puestos.

–Lo siento ¿Estás enojada? ¿Por qué te vas tan pronto? De verdad fue un accidente.

–Tengo cosas qué hacer, no puedo quedarme –dijo y empezó a caminar.

–¿No me reclamaras nada? –pregunté extrañado.

–¿Por qué lo haría? ¿Fue un accidente, no? Debo irme ahora, estudia el libro o te reprobaré –su padre estaba fuera, se despidió lanzándome un beso y se fue.

¿Acaso yo era el único celoso aquí? ¿De verdad lo entendió tan fácil? ¿O es que no le importaba mucho? Ahg, me devolví con la cabeza echa un rollo.

–¿Todo bien? –me preguntó Emma.

–Si, bueno, no sé. No me dijo nada malo.

–Uff, eso significa que está peor de lo que pensabas –hablo Mark.

–Si, es aún más peligroso cuando no dicen nada –lo siguió Ángel. Mire a las chicas y asintieron.

–¡Lo asustan! Déjenlo en paz –dijo David –Si algo le molesta te lo dirá.

En eso tenía razón. Laura era directa y sincera...¿Verdad?

El Lunes en el instituto no pasó mucho, Laura me saludo y actuó como de costumbre. Al parecer, de verdad había entendido todo con facilidad. En la tarde cuando llegué a casa de Liam ella ya estaba afuera esperando en la entrada.

–Hola linda –le dije y ella volteó viéndome.

Iba en un jeans negro alto ajustado a su diminuta cintura, marcadas caderas y tonificadas piernas, zapatos del mismo color y una pequeña camisa gris. Preciosa.

–Hola cielo, Liam ya viene en camino. Dice que lo esperemos aquí –dijo dándome un beso en la mejilla.

–¿Acabas de llegar? –pregunté.

–Si –me dijo y se sentó en la banqueta. La acompañé.

–¿Te gusta mucho el color negro, verdad?

–Muchísimo ¿Por?

–Casi siempre vas de el –dije señalando su jeans y zapatos.

–Y tú de azul –señaló mi sudadera azul oscuro.

NO ERES LO QUE CREÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora