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Los siguientes días, nós saludabamos y me dejó acompañarla en más de una ocasión, me gustaba mucho lo que ocurría entre los dos, simples charlas, contábamos anécdotas, justo como dos amigos. Hoy le dejé un peluche de oso negro y unos chocolates, pero de nuevo, no quise firmar con mi nombre, eso lo haría con el regalo en que le pediría una cita. Estaba en la salida del instituto revisando mi celular esperando una respuesta de los chicos cuando alguien me rodeo con el brazo, volteé y miré a quién menos me imaginaba.

–Ey gordo, ¿esperas a Laura? –preguntó Vianca. Me encogí de hombros y ella continuó –Ya se fue, la vino a buscar un chico súper guapo en un auto.

Un...¿chico? Mi cara de shock le habrá dado gracia, porque se empezó a reír.

–Déjalo en paz –escuché delante, conocía a la dueña de esa voz, Laura venia a nuestra dirección –Hola Lucca –me saludo cuando llegó a nuestro lado.

–Hola Laura –contesté.

–Nena, arruinas la diversión ¿acaso no viste su cara? –se quejó Vianca.

–Cariño, tu diversión es retorcida –le dijo Laura.

Sonreí, preguntándome mentalmente si siempre eran así.

–Laura, has notado que el gordo ya no es tan gordo –Vianca me soltó y con sus manos hizo gestos de músculos –Se está poniendo muy guapo la verdad –dijo y me avergonce sonrojándome por completo –Pero que ternura –dijo ahora estrujando mis cachetes. Miré a Laura pidiéndole auxilio con la mirada y ella sonrió encogiéndose de hombros.

–Déjalo ya, vámonos –Laura intentó intervenir por mi. Vianca me soltó.

–Los he visto más cerca últimamente ¿van a volver? ¿Que harás con tu admirador secreto? –soltó Vianca y me tensé. Laura le dió una mirada asesina y Vianca levantó las manos rendida –Sé que volverán...lo veo en sus ojos y yo lo apruebo. Siempre me gustó mucho su pareja, son muy lindos.

Ambos, la miramos sorprendidos por su repentina sinceridad.

–Pero como tu amiga, hay que hacerlo pagar –continuó Vianca –¿Nós puede acompañar? –le preguntó a Laura.

–Solo si él quiere –dijo Laura mirándome y Vianca me sonrió, Agh, ¿que idiota le diría que no a semejantes bellezas?

–Esta bien –concedi.

–Piedra, papel o tijera. Si tú pierdes me llevas de caballito un rato, si yo pierdo, te digo algo que Laura oculta –me dijo Vianca.

–¿Me vendes porque él te cargue? –dijo Laura ofendida.

–Es que me duelen los pies –dijo Vianca.

Acepté, jugué y perdí.

–Ni modo –dije.

Sorprendentemente la pase bien. Aunque me quedé con la curiosidad de saber qué me iba a decir Vianca. Pero un trato era un trato.

*****

Esta era la última semana de clases de este primer periodo, era mi último año de preparatoria y el siguiente año nós graduamos al fin. Estos días, quise escribirle a Laura que era yo pero simplemente tenía el presentimiento de que aún no era tiempo. Hoy viernes, estaba con los chicos en la cancha planeando que haríamos al salir.

–¿Y si vamos al cine? –dijo Ángel.

–Yo no tengo ganas de salir, ¿y si solo nós quedamos en el garaje? –dijo Jessica.

–Voto por esa –dijo Emma –Podría llevar unos pastelitos para compartir.

–Los pastelitos de la mamá de Emma son los mejores –dije yo.

NO ERES LO QUE CREÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora