- Mirad, muchachos...han transcurrido muchos años desde entonces. Las aguas pasan...y no creo que se retroalimenten en un circuito cerrado de podredumbre y destrucción.- Estaba claro y asentado que Manigoldo no deseaba hablar, pero Saga lucía una expresión paciente que distaba mucho de la que presentaba Kanon, quién había olvidado su recién alegría para sumirse en un estado nervioso que le revolvía en el asiento tal y como si sintiera chinches en su trasero.- Vuestro padre falleció de repente...¿hace cuánto? ¿Nueve o diez años? - Preguntó el jubilado inspector, interpelando exclusivamente a Saga.
- Once, para ser más exactos.
- Es mucho tiempo, chicos...No merece la pena escarbar en asuntos de alguien que ya no está entre nosotros para que pueda ofrecer su versión.
- A mí me importa una mierda la versión que pudiera ofrecer nuestro padre.- Intervino Kanon, derrochando mal fingida indiferencia con la ayuda de su achicada mirada.
- Yo le respetaba, Kanon...- Manigoldo en todo instante se expresaba como si estuviera excusando al antiguo fiscal de unos hechos o acciones que no deseaba compartir.- Me apenó mucho su repentino adiós, y me dolió saber que tú, Saga, casi sigues sus pasos...
- Afortunadamente me intervinieron a tiempo, y la patología cardíaca que según los médicos heredé ahora está bajo control.
- Y me alegro inmensamente, créeme. Graciano me ha confiado que eres un excelente Fiscal, mejor incluso que el que fue tu padre...
Kanon chasqueó la lengua, traicionado por su eterno complejo de inferioridad, mientras se preguntaba en silencio si su presencia allí era realmente necesaria.
- Sólo llevo a cabo mi trabajo lo mejor que sé, tal y como él me enseñó cuando yo todavía ni siquiera ejercía como abogado.
Esa entrevista se auguraba larga, y la posición que ostentaba Rhadamanthys, sentado sobre unas cajas de cerveza a las puertas de las cómplices sombras del almacén, se estaba transformando en incómoda e incluso algo intrusiva, hecho que propició que el inglés irrumpiera en escena antes que el asunto se oscureciera. El viejo italiano se sorprendió al saberse acompañado por una tercera persona, desconocida por él. El Wyvern se presentó educadamente ante la comprensión de Saga y la mirada acusadora de Kanon, que en secreto le exigía que no se fuera de allí. Pero Rhadamanthys lo tenía decidido. Se montaría en la moto y aprovecharía para hacer una visita a Valentine. Charlar con él un rato...hacerle el día más llevadero, aunque sólo fuera durante el escaso tiempo permitido por las normas carcelarias.
Pero no deseaba permanecer por más tiempo allí. No cuando presentía que temas privados, pasados y dolorosos saldrían a la luz. Al fin y al cabo él también conoció a Aspros Samaras, y como tantas otras personas, no estaba en disposición de emitir ninguna queja contra él.
Una vez el Wyvern definitivamente desapareció, no sin antes ofrecer una ronda de bebidas que a Saga le pasó por alto y que al fin concluyó con una simple petición de un agua del tiempo por parte del viejo inspector, el actual Fiscal General volvió a tomar las riendas de la situación.
- Háblenos de el juicio contra Thane Sifakis, por favor...
La mirada de Saga seguía firme sobre el apesadumbrado rostro de Manigoldo, abandonado de mirada que osara conectarse con la del Fiscal y la de su gemelo. El italiano tragó saliva con visible esfuerzo, y seguidamente se humedeció la incómoda sequedad de garganta que le asaltaba desde su llegada allí. El temblor que regía su mano al alzar la botella de plástico y beber un par de sorbos directamente de ella no pasó por alto a Saga, el cuál seguía paciente en su intención.
- ¿Y qué queréis que os diga? Se demostró que ese...hombre...era un lunático.- Comenzó a explicarse Manigoldo, como si se hallara repitiendo las mismas razones que le llevaron a presentar ciertas pruebas años atrás, y con la misma convicción con la que les otorgó fe y validez en ese entonces.- Era uno de tantos que corren por el mundo. Un aprovechado estafador y embaucador...